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Encuentros en consulta

—¿Qué te preocupa de tu mejor amigo Jonathan? ¿Tienes miedo de que quite tu puesto de Alpha? Es algo estúpido porque eres un pura sangre y eres temido en la ciudad. —menciono Camila mientras pasábamos por la recepción, camino al consultorio del psicólogo.

—No tengo miedo del renacuajo ese y no es mi mejor amigo. Lo que me preocupa es que los Madax...

—Te violen y te quiten la virginidad, tranquilo les diré que es tu primera vez y que sean delicados. —estallo en risa Camila, recibiendo una leve descarga eléctrica de mi parte.

Camila molesta por el ataque, me empujo contra la pared, provocando que algunos pacientes que estaban saliendo de los consultorios nos miren como los locos que somos.

Se preguntarán de la razón por la que estamos aquí, pues no es para tratar los miles de problemas mentales que tenemos.

Porque sí los teníamos, pero no va al caso.

El psicólogo al que íbamos a visitar era un Cunex, que como ya mencioné pertenece a la clase social de Cunex pacíficos, por esa razón su llamado a nosotros fue una gran sorpresa, porque de todos los Cunex, ellos nunca tienen problemas con otros Cunex y por ende no recurren a los Alphas para resolver sus problemas.

Pero este caso era especial porque este Cunex nos informó que estaba siendo amenazado por un nuevo clan de Cunex invasores.

—Me alegro de verlos Camila y Rayden. —respondió el psicólogo, pidiéndonos tomar asiento, para luego entregarnos unas imágenes de las conversaciones que tenía con los extorsionadores.

Revise rápido las imágenes, mientras Camila hacía preguntas clave al psicólogo.

—¿En serio se hacen llamar los lobos de la montaña? — pregunté incrédulo por el estúpido nombre de la banda.

—Rayd, concéntrate. —me recrimino Camila, quitándome las imágenes y dejándome hablar con el psicólogo para hallar más información.

—Estoy seguro de que no nos llamó solo para contarnos esto, debió pasar algo más. ¿Estoy en lo correcto? —el psicólogo asintió con la cabeza y saco de su escritorio una caja protegida por una bolsa de plástico. —¿Qué es eso?

—La mano de mi hermano. Es la última advertencia que me han dado, piden que entregue a mi familia y me una a ellos, además de atentar contra la vida de mi cuñada y sobrinos. —respondió el psicólogo.

—¿No quiere dejar su comida o realmente se preocupa por su "familia"? — pregunté incrédulo.

—Yo los aprecio, ellos son mi familia y no los dejaría morir...

—Exacto, no quiere dejar su comida. —interrumpí al psicólogo. —Necesitamos los números de teléfono por el cual los extorsionadores se comunicaban con usted y también una ubicación exacta de donde se reunió con ellos.

El psicólogo obedeció y saco una pequeña libreta del cajón de su escritorio escribiendo la información requerida.

—Debes estudiar para ser policía, se te da muy bien esto. —se burló Camila, levantándose del asiento para recorrer el consultorio del psicólogo.

—Lo sé, por eso tú deberías ser una stripers, ganarías muy bien, además que se da muy bien estar de ofrecida. —reí, recibiendo una mirada asesina por parte de mi amiga.

Camila estuvo por lanzarme un cuadro que estaba en la pared del consultorio del psicólogo, pero fue detenida cuando la puerta de madera color blanco se abrió dejando ver a mi compañera de clase.

CUNEX - DEVORADORES DEL DOLOR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora