Prólogo

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La noche había caído, el aire frío producto del invierno impacto contra mi piel, la luz amarillenta de los postes de luz decoraba las calles junto a la basura que era llevada por las corrientes de aire. Lo que podría ser una calle silenciosa y tranquila se ve alterada por los gritos de un hombre mayor.

Camino con tranquilidad hasta el callejón de donde provienen los gritos y lo primero perciben mis fosas nasales es el olor a sangre mezclado con la orina y cerveza que sale de las paredes de ladrillo del callejón, decoradas de algunos grafitis y dibujos de miembros masculinos.

El escenario es clásico, de tres intrusos en mi territorio. Un hombre que está en el suelo con el brazo y la pierna rota junto a la sangre brotando de su frente también rota, pide que lo ayude, pero es callado por la patada de uno de los agresores.

El que es más grande que tiene un tatuaje de un tigre en el brazo descubierto me habla:

—Lárgate de aquí mocoso. ¡No quieres meterte con los tigres blancos del sur! —amenazo el hombre, sonriendo seguro de que su amenaza fue escuchada.

—¿Tigres blancos del sur? —respondí, empezando a reír. —Lárguense, están en mi territorio.

Los hombres se miraron entre sí, confundidos por lo que acababa de decir. El más grande y musculoso susurro algo, que al parecer sus dos cómplices querían evitar.

—¡No, Víctor! Está prohibido mostrar esa forma entre los humanos, nos vas a meter en problemas a todos... —las palabras del hombre moreno, y cabello negro, con una altura de 1.70, fueron detenidas por el puñetazo de su líder.

Los socios empezaron a retroceder, tiempo que aprovecho su víctima para escapar arrastrándose por el suelo, sin importar se raspe brazos y piernas.

Los ojos azules del hombre del tatuaje empezaron a brillar, su piel empezó a teñirse de un color negro y todo rasgo humano se fue perdiendo. Sus manos se volvieron garras y todo su ser se transformó en una masa de neblina oscura alimentada por descargas eléctricas.

Gracias a ti idiota llegará tarde a casa.

—¡Serás mi...—sus palabras se detuvieron cuando lo derribe con un potente rayo expulsado de mi mano derecha.

La figura sombría del hombre volvió a ser humana al impactar contra una pared del callejón. Los hombres atónitos por mi capacidad de ataque huyeron, dejando a su líder muerto en el suelo, producto del impacto de su cráneo con la pared.

—Adiós, fue un gusto verlos. —exclame mientras miraba correr a los dos intrusos.

Me detuve a mirar el cuerpo del Cunex que acababa de matar, no sentía culpa, miedo, pánico, dolor o alguna otra emoción.

—Te sumas a la lista, señor tigre del sur. —reí mientras levantaba el cuerpo y empezaba a arrastrarlo para llevarlo al botadero de la ciudad.

Sabía que ellos volverían, siempre lo hacen, pero no me importaba. Yo siempre iba a proteger mi territorio de cualquier Cunex invasor.

Pero, me imagino que debes preguntarte que es lo que es un Cunex o ¿Cómo logre matar a ese espectro de neblina y rayos?

Te lo contaré mientras llevo el cuerpo de este debilucho al botadero.

En primer lugar, el término Cunex, nace de la palabra "cune" en la lengua somalí, que se traduce en "devoradores", porque eso somos. Devoradores del miedo, dolor, angustia, inseguridades de los humanos, tenemos una forma humana que permite convivir con el ganado, es decir, ustedes. No sabemos cómo fuimos creados o como nacemos, porque los Cunex no nos reproducimos por sexo o algún proceso biológico ni mágico.

CUNEX - DEVORADORES DEL DOLOR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora