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¡ADVERTENCIA!

Este capítulo puede describir escenas grotescas o difíciles de leer para algunas personas, se les recomienda leer bajo su propia responsabilidad aunque si ya son lectores antiguos, saben las cosas que escribo y como las describo.

Por eso... Mucha suerte y disfruten.

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Negligencias en alimentación 

En algún momento de mi vida, consideré la posibilidad de unirme al ejército de mi país. La idea me resultaba fascinante hasta que cumplí los doce años, momento en el que mi padre compartió conmigo su experiencia durante su servicio militar. Sus relatos me hicieron reconsiderar mi decisión. Pensé que nunca tendría que experimentar algo así, hasta que aquel maldito somalí llego en nuestras vidas con su hermosa y motivadora frase:

—Buenos para nada. Inservibles. ¡Son una vergüenza para nuestra especie! —escupía y gritaba Barq, mientras nos entrenaba.

Llevábamos una semana en este "entrenamiento" y aún no habíamos logrado ningún avance. Para empeorar las cosas, Camila ahora se mostraba distante, evitándome y sin dirigirme la palabra. Intenté de todas las formas posibles preguntarle qué había hecho para que se comportara así, pero mis esfuerzos fueron en vano.

Mientras tanto, las anomalías en el planeta seguían en aumento. Países como China, Corea, Australia y Honduras informaban de más casos de Cunex convertidos. La situación sé empeorando cada vez más y me veía obligado a darle la razón a Barq: debíamos poner todo de nuestra parte, ya que si continuábamos así, nuestra especie estaba condenada a la extinción.

Cada entrenamiento estaba cargado de tensión, con el peso del destino de nuestra especie sobre nuestros hombros.

—¡Rayd cuidado! —grito Camila, alertándome del potente rayo que impacto contra mi pecho, estrellándome contra la pared.

Todo se volvió borroso mientras mi cabeza daba vueltas. Mi cuerpo no respondía a mis órdenes, pero con esfuerzo logré incorporarme. Con mis sentidos aún entumecidos, mis ojos se enfocaron en el hombre moreno, con el torso desnudo y musculoso como un fisicoculturista. Adopté una postura defensiva, preparándome para el ataque de Barq. Tal vez fue el impacto del golpe o simplemente mi propia estupidez la que me hizo olvidar que Barq había creado un total de diez clones, siendo uno de ellos el que me hablo:

—Inútil. —dijo uno de los clones de Barq por la espalda.

El golpe tal vez fue en la cabeza o en mi espalda, tampoco estaba seguro si fue algún otro rayo o un golpe físico, pero sí estuve seguro de que me noqueo. Cuando desperté estaba en el cuarto que compartíamos Camila y yo, tenía una venda en la cabeza y una extraña crema de color blanco en mi cuerpo.

Después de recibir el golpe, no estaba seguro de dónde había sido exactamente: si en la cabeza o en la espalda. Tampoco podía descifrar con certeza si se trató de otro rayo o de un golpe físico. Lo único que sabía con certeza era que me había dejado noqueado.

Al recobrar la conciencia, me encontré en la habitación que compartía con Camila. Tenía una venda en la cabeza y un ungüento blanco cubriendo mi cuerpo semidesnudo. No sabía de donde habían sacado el ungüento y tampoco con qué fin me lo colocaron, pero tampoco me importaba.

—¿Cómo te sientes? —pregunto Camila, que se encontraba sentada en una silla a mi lado.

—Como si Donkey Kong hubiera trapeado el suelo conmigo.

Camila sonrió y con esa misma sonrisa se levantó de su silla para sentarse junto a mí en el borde de la cama. Aunque sabía que no era el mejor momento para abordar el tema de su extraño comportamiento, no pude resistirme. Era ella, la única persona a la que no quería perder, la que realmente me importaba y la que, en última instancia, siempre iba a considerar como mi familia.

CUNEX - DEVORADORES DEL DOLOR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora