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Nuevo aliado

—¿Rayd qué demonios piensas hacer? —pregunto preocupada Camila, mientras me intentaba detener. —¿Solo iras a su casa y...?

—Lo mataré.—respondí furioso.

—¿Crees que por tener esos segundos de video será suficiente para matar un Cunex?

—Si...

—¡Los Alphas no podemos matar a uno de los nuestros sin que cometa una grave falta! Jon puede hacer que los Madax te maten por romper...

—Los Madax no están haciendo nada. Nuestra especie está en riesgo...

Mis palabras fueron detenidas con una pared cercana que se derrumbó en una explosión de polvo y escombros.

La fuerza del impacto nos lanzó a lejos. Mi cuerpo impactó contra una columna de concreto cercana, el golpe me hizo creer que ya tenía alguna costilla y la cabeza rota, estuve algunos segundos agonizando y desorientado porque el golpe me dejo aturdido y todo el lugar estaba cubierto por una nube densa de polvo.

Al incorporarme, logre divisar la figura de Camila tendida en el suelo, inconsciente.

Corrí hacia ella, ignorando el dolor en mi propio cuerpo. Me arrodillé a su lado y tomé su mano, buscando un pulso, cayendo en la desesperación al ver su rostro pálido con un hilo de sangre que brotaba de su frente.

En ese momento, un agudo silbido rasgó el aire y un látigo negro se enroscó en mi cuello con la velocidad del rayo. Una fuerza brutal me tiró hacia atrás, arrastrándome por el suelo.

Luchaba por respirar, el látigo apretaba mi garganta igual que una boa constrictora, que asfixiaba a su presa. La oscuridad me empezaba a envolver, mis fuerzas al igual que el oxígeno en mi cuerpo estaban por acabarse. Escuché la voz de alguien que parecía ser el agresor, segundos después me estrellé contra una pared, el impacto aún más aturdido y con la visión doble, además de sentir un líquido caliente que salía de la parte trasera de mi cabeza.

—Mejor no te pares de ahí. —exclamo una voz aguda, que libero mi garganta del látigo, pero que con el mismo me golpeo en la cara derribándome fácilmente por la descarga eléctrica que recibí.

Controlamos la electricidad, pero también nos afecta.

¡Viva! Mataré al maldito que escribe mi vida.

—¿Así dicen ser Alphas pura sangre? Son buenos para nada. —recrimino otra voz que se acercó a mí y dio una patada en el estómago.

Escupí sangre producto de la patada y me levanté rápido reuniendo mis pocas fuerzas. En frente de mí, me encontré con la figura imponente de un hombre de 1.80, vestido por una camiseta y pantalón negros, botas militares y un tatuaje de lobo en la región posterior de su antebrazo derecho.

La característica más distintiva fue la máscara que usa el individuo. Era una obra de arte macabra, hecha de yeso blanco y frío. El hocico era largo y puntiagudo, con dientes afilados que brillaban a la luz tenue del matadero abandonado. Las orejas eran puntiagudas y peludas, y se erguían hacia el cielo como si estuvieran a punto de captar el más mínimo sonido.

Los ojos de la máscara eran lo que más me intrigaba. Eran negros a los bordes y vacíos en el interior. Alrededor de la boca de la máscara había manchas de pinturas que asemejaban a sangre seca, reforzando el mensaje de peligro y obra maestra de quien haya creado la máscara.

No podía apartar la vista de la máscara. Me atraía como una polilla a la luz de un foco.

—Me alegro de que te guste mi mascará muchacho, porque será lo único que verás. —respondió el agresor que preparando su puño con una gran corriente eléctrica, estuvo por golpearme hasta que fue lanzado lejos por una descarga eléctrica que no venir.

CUNEX - DEVORADORES DEL DOLOR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora