Marisha.
¿El día está increíble o son las hormonas de enamorada?. Sin dudas ayer fue de los mejores días de mi vida. Aunque en estos momentos estoy más preocupada por Leo ya que cada vez está más pálido y a cada rato vomita.
— Leonardo, vete a tu habitación — dice su papá mientras yo lo ayudo a levantarse de el suelo de el baño — Estás enfermo y necesitas descansar.
— Tonterías estoy bien.
— Entonces no va a haber problema con que comas hígado encebollado.
Error. Solo con mencionarlo se regresa al baño a vomitar.
— ¿Qué tendrá? — le pregunto al padre.
— Seguro comió algo que le hizo daño.
Leo sale de el baño y me preocupa que está más pálido.
— Marisha llévalo a su habitación. — me dice y asiento, pero a Leo no le gusta la idea.
— Estoy bien déjense de mariconadas.
— Amor tu padre tiene razón, debes descansar y nos vamos a ir ya a la habitación — establezco y no le presto atención a la mirada asesina que me dedica. Llegamos a la habitación y el se recuesta en la cama quitándose los zapatos y la ropa.
— Sabes, por muy mal que me sienta no me molestaría que mi novia cabalgara aquí — dice tocándose el miembro que se le marca en el boxer.
¡Este hombre se está muriendo y todavía quiere sexo!.
— Y yo quiero que mi novio se recupere y deje de decir idioteces.
— Tú te lo pierdes.
Pone el brazo sobre sus ojos y no puedo negar que se vé sexi, su abdomen marcado, el miembro... ¡Mi suegro me va a matar pero yo tengo antojo de su hijo!. Me le subo a horcadas quitandome rápido la ropa y refregando mi sexo en su erección.
— Lo sabía, soy irresistible aun muriéndome.
— Cállate y cogeme.
Esa orden es suficiente para que pasemos todo el día teniendo sexo, ambos estamos enfermos pero no nos importa a la hora de satisfacernos. La tarde llega y el hambre también.
— No tengo hambre.
— Okey, lo voy a anotar en mi lista de cosas que me valen madre.
— Insolente.
— Niñato.
— Ninfómana.
— Ridículo.
— Estúpida.
— Idiota
— Deja de tentar a la muerte.
— Tú serías incapaz de matarme.
— Lo estoy considerando.
— Te vas a quedar sin novia.
— Correré el riesgo.
Mejor me callo antes de que lo termine ahorcando, me dirijo hacia el teléfono y lo primero que me grita mi cerebro es ¡Pizza!, no pierdo tiempo y llamo a la pizzería.
— Hola, quiero dos pizza de peperoni con mucho queso, salsa de tomate y una Coca-Cola grande.
— Aparte de loca tragona — susurra el futuro muerto.
— No me importa.
Desde niña me a gustado mucho la pizza pero gracias a mi abuela tuve que dejarla de comer para "mantener la figura". La pizza llega de inmediato y una empleada la sube a la habitación porque el señorito aquí presente no me deja ir.
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Sobre Hielo Fino (+18)
ActionLa vida... A veces no sabemos que nos depara... Quien diría que una patinadora famosa y el próximo líder de la mafia italiana se encontrarán en un triángulo amoroso ,( si lo sé en la vida real estas cosas no pasan ) y lo mismo pensaban nuestros prot...