De vuelta a casa

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Los nervios me invadieron un poco, a pesar de que Tommy y yo éramos unidos, nunca nos habíamos duchado juntos y me era imposible retener las maripositas que hacían cosquillear mi estómago.

Aún así, él se encargó de convertirlo en un bello momento.

Ya con su máscara fuera de su rostro, me animé a acercarme, tomando sus mejillas con mis manos.

Él en respuesta, se agachó dócilmente en mi dirección, permitiéndome darle un beso en los labios.

Un dulce beso que él correspondió.

Era tan perfecto...

Nos adentramos a la ducha, donde dejó que el agua tibia cubriera nuestros cuerpos, sus rizos se humedecieron, goteando de vez en cuando.

Una de las cosas que más aprecio de Bubba es que es un hombre dedicado, todo busca hacerlo perfecto y la ducha no es la excepción, me dio la vuelta, depositando un beso en mi hombro desnudo para luego tomar mi cabello con una delicadeza sorprendente y comenzar a lavarlo, sus dedos gruesos y ágiles manejando las hebras mojadas de mi melena oscura mientras que yo lo sentía como un delicioso masaje que sin duda me relajó.

Luego, dejando un dulce beso en mi frente, comenzó a enjuagarlo.

Era una experiencia relajante y a la vez me permitía conocer una vez más la faceta cariñosa y delicada de mi gigante gentil.

Levanté mi mano hacia la mejilla de Thomas, acariciándola, pude distinguir como sus ojos estaban fijos en los míos, reflejando una ola de emociones tan intensas que por un momento me pareció ver un brillo en ellos.

[ . . . ] 

El corpulento hombre estaba derritiéndose bajo el tacto de su chica especial, le sorprendía la forma en la que un suave roce contra su piel podía transmitir.

Thomas no había podido recuperarse de la imagen que vio en su cumpleaños.

Aquella chica de ojos grises que aún debía estar en el sótano, deseando profundamente gozar de la vida de la que gozaba Harmony.

Cerró sus ojos un momento, intentando ignorar aquella mirada suplicante que le rogaba por ayuda.

La gran mano de Bubba se cerró en la muñeca de Harmony, quien lo miró extrañada.

No era ella... no era ella.

Se recordó una y otra vez.

-¿Tommy?- la suave voz femenina lo hizo abrir los ojos, encontrándose con esos orbes grises que lo escudriñaban con interés y curiosidad.

Sin decir nada, rodeó la menuda figura de la joven entre sus poderosos brazos en un abrazo lleno de necesidad.

Necesitaba sentirla viva... sana y protegida.

La pequeña mano de Harmony acarició la de Bubba, ella podía percibir que había algo molestando a su chico y quería distraerlo de aquello.

-Aquí estoy...- habló en voz baja y tranquila, buscando transmitirle algo de calma a su pareja -Estoy contigo, amor- arrulló mientras acariciaba el brazo del corpulento hombre.

El pelinegro se inclinó hacia adelante, ahora más que nunca estaba sediento de amor... de SU amor, de esas sensaciones que sólo su chica especial podía hacerle sentir.

-Voy a lavarte el cabello, ¿De acuerdo?- él abrió sus ojos y asintió ligeramente, sentándose en el suelo bajo la regadera, él mejor que nadie sabía que la chica no podría alcanzar su cuero cabelludo aunque saltara así que decidió facilitarle las cosas.

My dear presentDonde viven las historias. Descúbrelo ahora