40. Algunos malos entendidos III

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Enzo

Abro la puerta porque vi por la cámara que era Ángela. Salgo y me acerco para saludarla. En realidad para saber qué necesita.

Enzo- Hola Ángela ¿Todo bien? ¿Pasó algo?

Ángela- Si ¿Me dejás pasar?

Enzo- Si, claro. -abro el portón y me da un beso.- Pasá, pasá. -me estaba preocupando el por qué de su visita, capaz le habia pasado algo

Ángela- Gracias es que parece que va a llover y hace frío.

Enzo- Estaba embobado con play y no escuchaba el timbre, disculpá que te hice esperar. ¿Pasó algo?

Ángela- Ah, no no pasa nada. Es que se veia la luz y el auto afuera y es importante que te de esto, no podía irme sin dártelo-saca unos papeles de su mochila y me los da.

Enzo- ¿Esto que es?

Ángela- Unos papeles que me olvidé de darte. Se traspapelaron y bueno. No te los di antes y como los necesitás si o si para mañana. Te los traje.

Enzo- Gracias. Qué amable. ¿Querés algo para tomar? -digo confundido

Ángela- Un té por favor. Necesito algo caliente. -dice y siento que me está beboteando, le corro la mirada porque me estaría incomodando un poco, no sé si por coquetearme o si es porque me gusta. Se saca el abrigo y lo deja en el respaldo de la silla y caliento el agua.

Enzo- Bueno, en un ratito va a estar el agua y preparo tu té.

Ángela- Gracias. ¿Estabas muy ocupado?

Enzo- No, estaba jugando a la play.

Ángela- Ah, cierto que me dijiste. ¿Comiste?

Enzo- No, todavía no.

Ángela- ¿Te parece si pedimos algo y comemos juntos?

Enzo- Emm. No veo por qué no. Ahora llamo y pido algo de pastas.

Ángela- Dale, me encanta la idea.

Mientras ella tomaba su té, esperamos la comida. Pedimos platos distintos con distintas salsas. Ella preparó la mesa y yo acomodé la comida y un poco de agua.

Enzo- Bueno, a comer.

Ángela- Se ve super rico. El tuyo también.

Enzo- Tiene pinta, si. -Comimos por momento en silencio y otros tantos hablando del club, de trabajo y de salidas.

Ángela- ¿Querés probar de mi plato antes que lo termine?

Enzo- Si, dale. Se ve que está bueno.

Ángela- Está muy rico. Para comer y chuparse los dedos.

Enzo- A ver. Permiso. -Voy a pinchar un sorrentino con mi tenedor, pero ella tenía otros planes.

Ángela- No, pará. Esto es así mirá. Vos cerrá los ojos, entregate y disfrutá. -la miré con cierta sorpresa.

Enzo- Muy bien. -dije y cerré los ojos.

Ángela- Abrí la boca despacito. -me acerca el tenedor a la boca y logro comer lo que había en su plato. -Muy bien. Ahora sí, podés abrir los ojos. -me quedé mirándola ya que parecía que estab esperando que le responda algo.

Enzo- La verdad que está delicioso.

Ángela- Si. Igualmente creo que cualquier cosa en tu boca sabe deliciosa. -comenta y acerca su cuerpo hacia el mio. -No puedo evitar sentirme tan atraida por vos. ¿A vos te pasa lo mismo? -no puedo responderle, veo como se acerca mientras muerde su labio inferior, siento que empieza a tocar mi pierna y muy de a poco va subiendo su mano queriendo tocar mi entrepierna. Realmente esto no lo vi venir. -Yo sé que no es posible lo nuestro, pero me tenés loca. Todos los partidos te veo, vos no me das bola, pero estoy ahí por vos, por nadie más. -me levanto rápido en un microsegundo que logré pensar

Enzo- Perdoná Ángela, jamás quise que te confundieras. Pero, yo no tengo ninguna intención con vos. Sos una mina muy linda, pero no me pasa lo mismo. -ella vuelve a su lugar y me mira con los ojos algo desorientados, me estaría preocupando- ¿Ángela? ¿Estás bien? -chasqueo los dedos y vuelve en sí-

Ángela- Disculpá. Mal interpreté tu buena onda. No sé qué más decirte. Creo que mejor me voy.

Enzo- Si, creo que va a ser lo mejor. Te acompaño a la puerta. -le digo y ella coloca su mano en mi pecho.

Ángela- No te preocupes, sé dónde está la salida. Sólo espero que este incidente no te aleje de mi, estoy sola en Londres y es bueno siempre encontrar algún argentino con quien compartir alguna tarde.

Enzo- Lo hablamos despues, si te parece.

Ángela- Si, me parece. Bueno, me voy. Perdón por lo que ocurrió.

Enzo- Tranquila. No hay nada que tenga que perdonar -le digo y por las dudas ni me muevo. Ella saluda con su mano y se va directo a la puerta. -¿Qué carajos fue eso?

Para el amor, no hay edadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora