Diez

237 18 85
                                    

N/A: Originalmente iba a ser un solo capitulo, pero son casi las 2 a.m y ya me duele el dedo índice, ja ja. Tuve que dividirlo en dos por que, aparte, ya estaba quedando muy largo y luego no lo lee ni mi santa madrecita. Espero le guste, estoy ansiosa de leer sus comentarios.

Dedicado especialmente a Mateo, de mis mejores amigos, que ayudo muchísimo a la creación de esta historia y me soporta en mis crisis de creatividad. (No son pocas) Love u. ~

Persefone colocó la llave en la cerradura, pero antes de girarla, se quedó pensando unos minutos. No sabia si su madre estaba en casa, porque de estarlo, implicaría tener que poner bajo el tapete todos sus sentimientos, al menos hasta que se encerrara en el baño a llorar como tenía últimamente de costumbre. Vaya panorama tan favorecedor.

Sumado a eso tendría que soportar la incómoda charla que con seguridad tendrían acerca de Sebastián. Si bien había podido evitarla en la mañana, no tendría la misma suerte el resto del día. Conocía a su madre; sabía que si o si le preguntaría sobre el misterioso hombre que la había visitado la noche anterior. Problema tras problema se acumulaba, el mundo avanzaba y no se molestaba en esperarla, prueba de ello es que el cielo se había tornado oscuro y gris, vaticinando la inminente lluvia. Debía entrar.

Al abrir la puerta, encontró a su madre, sentada en el viejo sofá junto a la chimenea. Daba la impresión de que había estado esperando todo el día, expectante acerca de lo que pudiera decirle su hija. Su rostro decía todo sin apenas pronunciar un sonido, si bien conservaba el semblante sobrio, permanecía impávida y sombría. Cuando sucedía eso, Persefone sabía que estaba en problemas.

—Mama, ¿cómo estás? — Con una fingida tranquilidad, se acercó a ella a pasos agigantados y le dio un beso suave en la mejilla.

—Ya sabes, querida, lo de siempre. ¿Qué tal la visita al doctor?

—Me mandaron algunos exámenes, nada importante. — Persefone dejó sus llaves sobre la mesa junto al sofá y, dirigiéndose a la cocina, le preguntó a su madre. — ¿Quieres un poco de te?

—Lo agradecería mucho, cariño.

Perse empezó a buscar la tetera y dos tazas, pero en sus movimientos se notaba que faltaba su chispa habitual; de la calidez impregnada en todo su cuerpo no había rastro. Y eso lo nota una madre, Helena se levantó con cuidado y comenzó a merodear la cocina. Quería abordar el tema que tanto le inquietaba, pero sabía que debía hacerlo con tacto. Sus sospechas estaban casi confirmadas con todo lo que había ocurrido desde el inicio de su estadía: Persefone se encontraba más sensible a los aromas, toda comida parecía causarle malestar. Pero, sobre todo, la prueba reina resultaba el folleto y las idas seguidas al doctor.

Ahora, el como lo abordaría era lo más crucial, no debía presionarla mas de lo necesario por que podría asustarla o incomodarla. Pero, ¿era posible hacerlo si ella misma estaba conmocionada? Porque sumado a esto, el otro tema que la preocupaba era la identidad del sujeto que había puesto a su hija en esta situación. Al principio, claro, la respuesta parecía ser certera: El muchacho rubio bien parecido que la misma Perse le había presentado. Pero esa claridad comenzó a diluirse con los sucesos recientes, no pudo esclarecer demasiado al respecto ni indagando en el teléfono de Perse.

Helena y Marnie eran amigas desde hacía un buen par de años. Durante sus días en la granja, Marnie era su compañía predilecta, y cuando se mudó a la ciudad, igual se ocupaba de visitarla a menudo. Su actividad favorita era compartir chismorreos de todo tipo; juntas formaban un dúo imparable cuando se trataba de compartir información. No había secreto que no pudieran descubrir ni historia que no pudieran analizar desde todos los ángulos posibles. Para Helena, esas conversaciones eran una forma de mantener viva la esencia del pueblo y de sus habitantes incluso desde la distancia. Sin embargo, le parecía improbable que su hija fuera la protagonista de los chismorreos de su amiga.

H e a r t b r o k e n || Stardew Valley Donde viven las historias. Descúbrelo ahora