Tercer especial: Sam

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Sé que tienes ansias porque te cuente la historia, ¡y lo entiendo perfectamente! Yo también soy el primero en hacer fila cuando hay un chisme jugoso en el aire. Pero, bueno, ¿cómo decirlo? No soy muy bueno contando historias. No soy demasiado descriptivo ni nada por el estilo... ¿poeta? No estoy seguro de cuál sería la palabra correcta. La cosa es que a veces no recuerdo todos los detalles exactos, pero intentaré ser lo más fiel posible a lo que pasó para que puedas seguirme. Tal vez algunas cosas hayan pasado un poco diferentes, pero te aseguro que emocionalmente verdadero.

Empecemos... por la mañana, por supuesto. Empecemos por el verdadero inicio del día, me desperté temprano y me dirigí al baño, como todos solemos hacer. Aunque, pensándolo bien, esa mañana tenía algo diferente. ¡Oh, sí! Era el día de mi primer concierto. Extrañamente, no estaba ansioso. No sentía esa mezcla de nervios y emoción que uno esperaría antes de un evento tan importante. En lugar de eso, sentía un vacío, como si algo faltara.... O quizá solo estaba somnoliento.

Lo que sea, abrí la regadera y comencé a alistar mis cosas: mi toalla, mi cepillo de dientes, todo lo necesario para empezar el día. Habrían pasado unos... ¿cinco o diez minutos? De repente, escuché a mi padre golpear la puerta con fuerza.

—¡Samson, por el amor de Yoba! —gritó con una frustración que se escuchaba hasta la casa de al lado—. ¡No desperdicies el agua!

No sé por qué, pero en ese momento me enfadé muchísimo. Cuando era niño, solía tomarme mi tiempo en la ducha y mi madre nunca me decía nada. ¿Por qué hacía tanto escandalo? Algo le respondí, bastante ofuscado, y cerré la llave. A través de la puerta, pude escuchar a mi padre quejándose con mi madre, llamándome "niño" de manera despectiva. Para ser honestos, estaba cansado de que todos los días me dijera lo mismo. Pero ese día... Sabes que un día será particular cuando haces las cosas de manera diferente desde la mañana, recuerdo haber pensado.

"No soy un niño, colega. Dame un respiro..."

Entonces, tomé mi cepillo de dientes y lo miré detenidamente por primera vez, realmente lo miré, ¿entiendes? Era amarillo mostaza con detalles azules, con forma de oso, un oso bastante gracioso y un tanto ridículo. Era un cepillo de dientes para niños. Y me lo había comprado mi mamá... A lo mejor si era un niño.

Aquí hacemos un salto hacia el concierto, esa historia ya te la sabes así que no hace falta contarla, lo que te interesa saber es lo del hospital, ¿verdad? Pues, bien, imagíname a mi y a Persefone en una camilla en la sala de urgencias, esperando. ¿Por qué estaba ahí? ¡Eso ya lo sabes! Después de la presentación se empezó a quejar de dolor y tenia un rastro de sangre. Tuvimos que llevarla rápidamente a urgencias, por que bueno... Sangre en una chica cuando es su menstruación no es una novedad, pero las embarazadas no deberían sangrar, creo.

Emily estaba en modo crisis, tratando de llamar a la madre de Persefone, y yo estaba ahí, tratando de mantener la calma por qué bueno... Acababa de descubrir que estaba embarazada. Mi mente estaba en blanco, girando en círculos como una rueda de hámster enloquecida. Los médicos hicieron su rutina de emergencia, con todo el ritual de agujas, tubos y monitores. Me dio una sensación extraña en el estómago ver a Persefone así, tan frágil entre tanta maquinaria.

Después de eso, nos dijeron que teníamos que esperar al obstetra. (¿Se dice así?) Paciencia, dijeron. Fácil para ellos decirlo. Por qué juraría que esa mujer tardo una eternidad, incluso nos quedamos dormidos y acurrucados, esperando. Finalmente, cuando llego parecía calmada, como si hubiera visto esto mil veces antes, lo cual, supongo, era cierto. Se presentó, olvide su nombre para ser honesto,  y empezó a examinar a Persefone. Mientras lo hacía, yo me sentía como si estuviera en un sueño, uno de esos sueños en los que todo se mueve despacio y nada tiene sentido.

H e a r t b r o k e n || Stardew Valley Donde viven las historias. Descúbrelo ahora