𝟬𝟳. MALOS TIEMPOS.

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CAPITULO SIETE
'toda mi sangre para la dulzura de su risa,
nunca se acaba'

Thalia llevaba libros demasiado pesados para sus delgados brazos, la varita colocada fácilmente en el bolsillo delantero de su falda no estaba lo suficientemente cerca como para que ella pudiera alcanzarla ahora

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Thalia llevaba libros demasiado pesados para sus delgados brazos, la varita colocada fácilmente en el bolsillo delantero de su falda no estaba lo suficientemente cerca como para que ella pudiera alcanzarla ahora. La chica estaba agarrando tres libros grandes y extendiendo la mano sobre el estante para agarrar otro de ellos, su mano tanteaba a ciegas hasta que encontró la tapa dura de la última copia restante.

Finalmente, la chica bajó de puntillas, respiró hondo y equilibró la pila de libros hasta su escritorio en un rincón un poco más alejado de la biblioteca normalmente ocupada, dejó su peso sobre la madera y se masajeó el ante brazo rojo antes de sentarse con esperanza.

Comenzó con calma las tareas de James.

Sus expectativas se cumplieron durante más de una hora, balbuceando para sí misma sobre la inutilidad de las conjeturas cuando sintió el peso sobre la silla a su lado.

James no era normal, o tal vez era Thalia quien necesitaba desesperadamente una cita en el área psiquiátrica del Hospital de San Mungo.

―¡Hola!―saludó amistosamente.

Thalia parpadeó con sus ojos verdes, usualmente opacos cuando no le sorprendía tanto algo para que se volvieran brillantes, y trató de acostumbrarse a la imagen que su perturbado cerebro estaba grabando en ese momento para recordarla en sus sueños durante los siguientes días, incluso si ni siquiera era consciente de ello, durmiendo adecuadamente.

―Hola.―respondió un poco asombrada.

James tenía el cabello mojado y olía a jabón de vainilla fresco, probablemente acababa de salir de la ducha. Vestía pantalones y camiseta habituales del uniforme, una camisa sin mangas, blanca que debería estar prohibida para cualquier persona con brazos como los suyos para usar en público.

El rostro de Thalia se puso rojo, la piel que normalmente era muy pálida se puso tan roja como una tarde de playa sin protector solar. James vio sus ojos verdes oscurecerse mostrando lo mucho que todavía lo odiaba, la chica apartó la mirada de su pluma y pergamino.

―Ya puedo terminar esto, mi práctica de Quidditch terminó.―dijo James, por alguna razón intentó llevar su atención de nuevo a sí mismo.

Thalia negó con la cabeza, su cabello oscuro brillaba mientras la tenue luz del sol la iluminaba, era la primera vez en ese año que Thalia vestía su uniforme completo, o casi si no lo fuera por la falta de su capa, la verde. Su falda que probablemente fue enviada para que la ajustara porque no era fluida como la de otras chicas, era ajustada, casi ceñida un poco por encima de las rodillas como todas las otras faldas que la había visto usar, la blusa blanca abotonada hasta arriba y la corbata verde muy bien hecha, sin collar ni otras joyas más que los anillos de plata en sus dedos.

sweetness ━ james potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora