Canción: You Give Love a Bad Name - Bon Jovi.
Cuando llegué a mi apartamento, después de una ducha y de cenar, me tumbé sobre la cama y contemplé el techo.
Yo siempre había sido de hacer lo primero que se me pasaba por la cabeza, de ir adelante y ya. Sin detenerme. Y en ese momento necesitaba un respiro.
Me dolía el corazón, si es que puede llegar a doler. Me di cuenta que una lágrima resbalaba por mi mejilla y dejé que cayera hasta mi cojín.
¿Debería... debería simplemente olvidar lo que había pasado?
Suspiré. Mi problema era simple: quería más, mi cuerpo entero y mi mente ardían por él, pero tener más de él no iba a hacer que lo tuviese a él en la forma que yo quería.
No sabía qué hacer. Por el momento, decidí en simplemente alegrarme por poder hacer algo que quería. Aunque la situación no fuese... muy favorable.
El dolor de mis rodillas me recordaba el momento cada vez. Pero al marchar me había preguntado si estaba bien ¿significaba eso que le importaba o solo me veía como a un trozo de carne que poseía?
Suspiré de nuevo. Lo mejor era disfrutar. Si la situación se daba otra vez iba a dejar que sucediera. Lo hacía con ganas. ¿Pero a qué costo? ¿Darme cuenta que no me quería en la misma forma en que lo hacía yo después?
Cerré los ojos e intenté dormir. Logré hacerlo mejor de lo que me esperaba.
Al día siguiente fui, como siempre, a trabajar. Al principio me costó un poco mirar a Vox a la cara, después de lo que había pasado, pero él actuaba como siempre. Y cada vez que me hablaba como siempre o que Valentino aparecía a lo largo de la semana y coqueteaban, mi corazón se rompía un poquito más.
Al cabo de un par de semanas tenía clara una cosa: Iba a ser egoísta, aprovechar al máximo lo que tuviera que ofrecerme e ignorar mis sentimientos. Era lo mejor.
Y menos mal que me había preparado para ello. Porque el viernes, cuando terminó mi turno, sucedió la gota que colmó el vaso.
Terminé de ordenarlo todo, como siempre antes de marchar, los sábados siempre había poco trabajo, todo se lo dejábamos a los explotados trabajadores de la primera planta.
- Bueno -dije- Ya está todo -me giré hacia Vox, aún sentado en su silla, él me miró y yo sonreí levemente. Esa semana había estado más calmado.
- Por cierto -dije- Ehm... ¿estás bien? -pregunté- He visto que Val ya...
- Estoy bien -dijo él- Tal y como te dije, a Val se le pasan rápido sus rabietas -él se levantó de su silla, desconectando los cables de su nuca- No voy a pedirte que hagas nada más para ayudarme, ______. Si te estabas preguntando eso -dio un suspiro y me miró- Estaba desesperado, me ayudaste. Pero ya está. No voy a obligarte a nada.
Oh. Casi... casi fue tierno y todo. Esos días en particular yo ya había superado mi fase de "mierda, él no me quiere cómo yo a él" y estaba en la de "ojalá haga que me arrodille otra vez".
Sonreí levemente.
- Lo dices como si hubiese sido un martirio para mí -dije, apoyada sobre la mesa del escritorio.
Él sonrió levemente.
- No sabía que lo habías disfrutado tanto -susurró, un zumbido en su voz, como ese sonido que hace el televisor cuando hay una tormenta fuera y... oh. Se me ocurrió, justo en ese momento, que nunca le había hablado de mi muerte.
Bah. No iba a cuento. Un simple pensamiento fugaz.
Mordí mis labios casi inconscientemente y lo miré.- Pensaba que era obvio -dije sin mirarlo.
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The Masochism Tango || Vox x Lectora
FanfictionUn día despiertas en el infierno y te das cuenta que has muerto. Qué putada, menos mal que tu no-vida sigue siendo tan caótica como siempre. Sobretodo cuando te dan a elegir entre vender tu alma o morir por segunda vez.