Canción: Let You Break My Heart Again - Laufey.
Desperté con una manta encima. ¿Quién coño me había arropado? No recordaba haberlo hecho yo misma. Me senté en el sofá y miré la nota del escritorio. Me dio un escalofrío cuando me di cuenta que Vox había estado allí.
Me sentía horrible.
Miré el reloj. ¡Eran las 10:57! Mierda. Se supone que tenía que ir a revisar la sala de mando, como siempre.
Me vestí rapidísimo y fui directa allí. Temiendo lo peor.
Para mi sorpresa, Vox no me gritó, simplemente se giró de su silla y me observó mientras yo le preparaba un café en silencio, como siempre.
— Buenos días —dijo él.
— Buenos días —respondí con un leve temblor en la voz. ¿No iba a decirme nada de la nota? ¿De que estaba durmiendo en horario laboral?
Vox cogió una silla, estaba a su lado, no era como la suya, que era de escritorio con ruedas, una simple silla.
— Siéntate —dijo sentándose en el otro lado de la mesa. Me dio miedo, su voz casi zumbó.
Me senté después de dejarle el café sobre la mesa. Apoyé una de mis manos en el borde de la mesa, picando la madera con el dedo.
— Necesito que me expliques por qué decides trabajar horas extra sin mi consentimiento.
Suspiré. Era lo que me temía.
— Ehm... disculpa, pero que yo sepa un jefe no puede darte la bronca por hacer más de lo que pide ¿no? ¿No sería al revés...?
— ______, por el amor de Satán. Te ves horrible.
Yo me quedé unos instantes en silencio. No era mentira, tenía unas ojeras que no marchaban ni con maquillaje, y una fatiga generalizada que solo me daba ganas de sentarme.
— Eres de las pocas a las que no exploto laboralmente y decides hacerlo tú misma. ¿Por qué? No ganas nada.
Su voz era calmada. Yo dejé de mirarlo a la cara. No sabía la respuesta. Bueno... muy en el fondo sí. Pero no iba a admitirlo. No iba a asumir que sentía que no era suficiente, que siempre tenía que hacer más, que hacer que Vox estuviese satisfecho conmigo era lo único que me impulsaba a seguir adelante, era lo único que quedaba de mí. No iba a...
Oh, no.
Tenía un nudo en la garganta.
Esto no, por favor.
Quería irme. No iba a echarme a llorar ahí delante, no, no.
Todo el estrés acumulado, todas las horas sin dormir estaban empezando a afectarme. Lo único que quería era mostrarme vulnerable delante de él. Se supone que debería tratarme mal ¿no? Tenía mi maldita alma, podía obligarme a hacer lo que quisiera. Trataba tan mal a algunos y después era tan amable de golpe que me tenía muy confundida. Me trataba casi como a Velvette o Val. ¿Por qué? ¿De verdad le importaba más allá de lo que era, su asistente y trabajadora más eficaz?
— Creo que debería ir a hacer mi trabajo —dije levantándome. Vox alzó una ceja, sabía que estaba tranquilo. Era sorprendente, no me había gritado, ni siquiera levantado el tono de voz, y ya me tenía muerta de miedo. Por otro lado... era lo más cercano a un amigo y mi mente estaba hecha un lío.
Se levantó y di un respingo.
— No —dijo poniéndose de pie— _______ ¿qué te pasa?
Ahí me rompí.
Me di la vuelta, no iba a dejar que me viese así, no, no. ¿Por qué diablos iba a molestarse él por mí? Yo ni siquiera merecía eso. Estaba en el infierno, supongo que eso era como el karma ¿no?
Me sequé las lágrimas con una mano, mientras había absoluto silencio en la sala, solo se escuchó uno de mis sollozos. Casi di un salto cuando sentí su mano en mi hombro, me dio la vuelta, sujetándome los dos hombros.
Me miró, dudoso, alzando una ceja, sus manos presionando mi piel y yo luché por contener las otras lágrimas, fallé.
— Sabes que no se me da bien esto, _______ —dijo— Necesito que me digas qué sucede. ¿Quién ha sido esta vez? ¿Tengo que matar a alguien?
— No —susurré— No ha sido nadie —aclaré mi garganta— Solamente... no sé, supongo que estoy triste y ya está. No... no deberías molestarte por esto, mantener mi mente distraída me ayudará.
Vox me observó en silencio. Yo dudé. ¿Eso era bueno o malo? Me moría de ganas de lanzarme a sus brazos pero eso no estaría bien.
Soltó mis hombros.
— Descansa —dijo— Mañana quiero verte bien.
Yo asentí. En silencio. Lo miré de reojo, dudando sobre si salir ya por la puerta o decir algo más.
— _______ —su voz muy suave. Lo miré— ¿Seguro que no hay nadie que te haya hecho sentir así?
Negué con la cabeza.
— No, no es nadie. Lo prometo. Soy yo que... —mi voz se rompió y él reaccionó al instante.
Santa mierda.
Me dio un abrazo. Me quedé quieta y me di cuenta que seguía llorando. Me sequé las lágrimas mientras posaba mis manos en su espalda. Nunca había estado tan cerca de él. Sollocé y sentí que me apretaba, mi cabeza estaba al nivel de su pecho así que simplemente me quedé ahí, apoyada.— No llores, por favor, _______.
Asentí. Di un largo suspiro.
— Gracias —dije con un hilo de voz, me separé de su abrazo lentamente y lo miré, me dolía el pecho.— Gracias, de verdad —susurré— Hasta mañana, Vox.
Y marché a mi apartamento para dormir las horas que me faltaban. Me costó muchísimo dormirme. Sentía su abrazo, había sido sorprendente, nunca lo había esperado de él.
Pero me sentía mejor, que era lo importante. Iba a dormir y a trabajar solamente las horas necesarias. No más explotarme. Vox estaba contento conmigo, le importaba.
Y mi corazón quedaba expuesto ante ello. Odiaba sentirme así. Pero sabía que lo quería. Estaba empezando a admitirlo. No había nada más que hacer. Dejando que rompiese cada vez un poquito más mi corazón mientras él seguía estando a mi lado, siendo mi jefe.Con eso tenía más que suficiente.
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The Masochism Tango || Vox x Lectora
Hayran KurguUn día despiertas en el infierno y te das cuenta que has muerto. Qué putada, menos mal que tu no-vida sigue siendo tan caótica como siempre. Sobretodo cuando te dan a elegir entre vender tu alma o morir por segunda vez.