Canción: Video Killed The Radio Star - The Buggles.
7 años antes
Mi primera vez en el ático fue bastante desastrosa. Es decir, yo había fabricado un nuevo sistema de seguridad sin que nadie me lo pidiese, era una tarde que Vox tenía libre en su agenda y decidió escuchar mi proyecto, pero claro, Velvette también quería verlo, así que básicamente me envió un mensaje ordenándome que fuese arriba.
Yo, mi maletín y mi ordenador portátil subimos al ático. Me abrió la mujer, mirándome con una leve sonrisa en el rostro.
Les presenté mi trabajo, una simple pero eficaz cámara de seguridad voladora. Lo que para nosotros es un dron. Les fascinó. Nada del otro mundo pero supongo que valoraron que hubiese hecho trabajo por mi cuenta.
- Buen trabajo, chica -me dijo Vel ofreciéndome una copa. Yo la acepté. Era una situación levemente incómoda, se suponía que yo era muy inferior a ellos.
- Me pregunto si serías más eficiente en otro puesto -dijo Vox. Mirándome mientras aún sujetaba el prototipo de la cámara- Lo pensaré, quizá te cambie, ______.
- Como quiera, señor -dije, un poco abrumada por tanta amabilidad.
Un sonidito empezó a sonar en la habitación, pero se oía muy lejos, y yo me quedé tensa hasta que me di cuenta que era el de un teléfono móvil. El sonido parecía aproximarse. Vox miró a Velvette y está suspiro. Se abrió el ascensor y entonces lo entendí.
Valentino me miró al instante y una sonrisa se formó en su rostro mientras el ascensor se cerraba tras él.
Nunca había estado con los tres juntos. Con el que más contacto había tenido era con Vox, obviamente. También me había comunicado con Velvette para algunos asuentos. Pero con Val... nada. Apenas lo había hablado un par de veces que había aparecido aleatoriamente por la oficina de Vox o mi lugar de trabajo. Todas las veces me había ofrecido trabajo y yo me había negado.
- Si llegas tarde -decía, con el móvil en la oreja, me aseguraré de que no puedas andar en una semana. ¿Me has oído, puta?
Colgó el teléfono. Yo me quedé quieta, con cierto rubor en las mejillas y un poco de ganas de irme.
- Uy -me miró- ¿Pero quién tenemos aquí? -me cogió la manó y la besó. Intenté no alejarme- ¿Te has repensado?
Rodé los ojos y miré a Vox, él suspiró y puso una mano en el hombro de Val.
- Déjala, Val. ¿No ves que no sirve para lo que tú quieres?
Val puso su mano sobre la de Vox, aún mirándome a mí.
- Quién sabe -susurró- Hasta que no la pruebe no sabré decir...
- Ehm -carraspeé- Trabajo para Vox, señor -dije mirando al hombre, que era malditamente alto- No estoy interesada en su industria.
Val rió y miró a Velvette, le dio un apretón en el hombro como forma de saludo y se sentó en el sofá pidiendo una bebida a la criada. Vox lo siguió con la mirada. Luego se acercó a mí y me acompañó hasta la puerta poniéndome una mano en la espalda.
- Tengo un contrato contigo -dije, intentando no parecer enfadada- Y eso no incluye en absoluto a Valentino ¿verdad? -era una afirmación, pero no pude evitar preguntar, un matiz de duda en mi voz.
- No, ______ -puso una mano en mi hombro y sentí un escalofrío- No te preocupes. Val no te hará nada, por mucho que le guste ir hablando.
Asentí en un suspiro. Miré la puerta del ascensor y presioné el botón.
- He tomado una decisión -dijo y yo le miré por encima del hombro- Serás mi nueva asistente.
Casi se me para el corazón. ¿Qué se suponía que significaba eso? ¿Era bueno o malo?
- Ah... -me quedé sin palabras.
- Te enviaré qué debes hacer. Por ahora tómate el resto del día de descanso. Considerálo un agradecimiento por tu aporte a la empresa -me dijo con una leve sonrisa.
Sonreí yo también, entrando al ascensor.
- Gracias -dije mientras se cerraba la puerta.
Cinco minutos después me di cuenta, al leer su mensaje, en qué consistía ser su asistente.
Iba a seguir trabajando para Ciberseguridad, pero unas horas reducidas, él mismo nombraría un subdirector para mi departamento y eso me facilitaría el trabajo. Yo iba a encargarme concretamente de su sala de mando. Tener todos los monitores en orden, control del software, hardware, reparaciones de ambos en casos de emergencias o accidentes. Iba a seguir desarrollando nuevos sistemas de seguridad y, la parte más nueva, encargarme de su sistema informático también suponía tener en cuenta todas las nuevas actualizaciones y reparaciones necesarias. Era un trababo muy práctico. Pero a mí me gustaba.
Yo pensaba que mi primer día como asistente sería tranquilo. Qué inocente era.
Eran las 8 de la mañana, me terminé el café rápidamente y me puse mi nuevo uniforme, la verdad estaba bastante bien, no iba a quejarme. Me terminé de arreglar y cogí el ascensor hasta la sala de mando principal. Mi nueva oficina estaba una planta más a bajo, así que íbamos a estar cerca. Ese día me tocaba hacer una revisión del sistema para habituarme a trabajar con todos los monitores y el equipo de producción que retransmitía las noticias a todo el pentagrama. Llamé a la puerta y la abrí.
- ¡Puedes irte a la mierda! ¿ME OYES? ¡ERES UN i̵͉̙͌m̶͈̘̰̌b̸̬͇̺̿̔é̷̹͛ͅc̷̡̰̓́͜i̸͈̬̇̑͝l̷̬͓̊̉-gritó Vox, con una risa nerviosa que hizo que salieran chispas de su cabeza- ¡Te arrepentirás de esto! ¡Y será demasiado tarde cuando lo hagas! ¡H̵̜̘͑̽͆i̶̱̼͇͝j̶̦̱̾̅̌ó̶̯̯̪̾̈ ̷͇̼̟̐̈́͆d̵̯̻͐e̴̝̫̩̅̚ ̷̡́̏̚p̷̺̙̽̍ů̸͙t̸̺́͛a̵̗̳͈͗!
Entré, en silencio, quedándome de pie en la puerta mientras Vox literalmente tiraba el móvil sobre la pantalla más cercana, rompiendo el aparato y el monitor a la vez. El hombre se quedó jadeando, con los ojos muy abiertos y una especie de trance en que no lo había visto nunca. Le salían pequeños cortocircuitos por la parte trasera de la pantalla y se puso azul por unos momentos.
- Señor... -empecé a hablar intentando calmarlo pero me miró como si hubiese cometido un crimen. Me quedé quieta en mi sitio, se levantó tirando la silla al suelo y yo estuve a segundos de empezar a temblar.
- Repara esto -señaló el desastre- Tengo que hablar con Val. El puto demonio de la radio acaba de negarse a colaborar con nosotros.
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The Masochism Tango || Vox x Lectora
Fiksi PenggemarUn día despiertas en el infierno y te das cuenta que has muerto. Qué putada, menos mal que tu no-vida sigue siendo tan caótica como siempre. Sobretodo cuando te dan a elegir entre vender tu alma o morir por segunda vez.