Capítulo 3/ ¿Él olvidó?

57 6 0
                                    

Teo.

Proyectos, lanzamientos, viajes, reuniones, fiestas... y todo vuelve a repetirse.

Una rutina es necesaria si se quiere llegar a un lado, la disciplina consta en que nada ni nadie te desenfoque de lo que quieres. Debes tener la cabeza fría si quieres llegar muy lejos, porque el mundo mismo tratará de sabotearte.

Y eso es lo que he estado haciendo. Si muchos dicen que me volví frio es porque no entienden nada de cómo funciona el éxito. Si me dicen que ya no soy el mismo es porque no entienden que debes amoldearte a todas las circunstancias de la vida.

Siento muchas miradas, de odio, admiración, miedo y respeto mientras camino por los pasillos de la nueva empresa en Nueva York. Abro la puerta de mi oficina y camino hasta quedar frente al cristal y poder ver a través de este. Venir unos meses aquí me hizo bien y no solo a mí. Pude hacer que la empresa crezca más, no solo yo, también los chicos. Varios proyectos presentamos y fueron aprobados, nos expandimos a mas países y ser patrocinadores en Fórmula 1 nos está haciendo crecer. Todo está en orden, todo lo tengo en orden. Nadie puede molestarme porque no lo permito, puedo manejar a mi antojo quién entra a mi vida y quién no.

- Señor, sus socios ya están aquí – me informa mi secretaria. Menos mal que aprendí desde pequeño habar en inglés.

- Gracias. Y no son mis socios, son mis amigos – aclaro.

Ella asiente y escucho sus voces a medida que se acercan. Sonrío cuando veo a Jack golpear la nuca de Thomas.

- ¡Por dios, si hacía falta el malhumorado para que este grupo esté completo! – Charlie se acerca a mí y me un abrazo, palmeando mi espalda con fuerza. Camino hasta Thomas y enredo su cuello con mi brazo.

- ¡Suéltame, idiota! – se queja y se zafa del mi agarre.

Miro a Jack que se quedó en el umbral de la puerta. Me relajo cuando sonríe divertido y golpeo su hombro antes de abrazarlo.

- Mira quién nos extrañó – bromea Thomas.

- Apuesto a que ustedes estaban muertos por verme – digo.

- Claro, estaba tan ansioso para que el avión aterrizara – ironiza Jack. Mira a su alrededor y silva –. Vaya, este lugar quedó para una revista de "jóvenes empresarios".

- Mandé a que lo remodelaran.

- Quedó bien.

- Quedó como la oficina de cualquier viejo amargado – dice Charlie y sonrío –. Mira, incluso tienes una mesa con whisky.

- Me relaja – digo.

- ¿Y desde cuando tú bebes alcohol para relajarte? – no respondo, de hecho, hago de cuenta que no lo oí.

- Díganme que ni mi abuela ni mi madre tienen una cena organiza por mi regreso – suspiro cuando ninguno niega.

- No han invitado a muchos – responde Thomas.

- Y nosotros no hubiéramos venido si Jack no tenía algo que decirte – miro al mencionado y él fulmina a Charlie con la mirada.

- Gracias por ser discreto – dice entre dientes.

- De nada – camina y se sienta en el sofá junto a Thomas. Yo miro curioso a Jack.

- ¿Qué es lo que debes decirme?

- Nada importante. Bueno, sí lo es y mucho – lo miro expectante –. Voy a casarme con Amber.

- ¿Y ella aceptó?

- Gracias por mostrarte sorprendido – ironiza –. Sí, ella aceptó. Ya hemos fijado una fecha.

Parpadeo varias veces. Es raro, nunca imaginé que esto iba a suceder tan pronto. Pero se quieren y está bien, supongo.

- Ehh... felicidades – mi sonrisa podría espantar a cualquier niño.

- Dile la parte divertida – escucho decir a Thomas. Jack suspira y desordena su cabello.

- Summer está invitada.

Me quedo mirando fijamente a Jack.

Después de meses vuelvo a escuchar su nombre. Al principio, cuando apenas todo sucedió, lo único que oía era esa palabra; necesitaba un respiro de ello, porque sentía que me aturdía, por eso vine a Estados Unidos. Sin embargo, el silencio fue lo que me desorientó, como si tuviera que caminar hacia donde estaba ella para calmarme. Encontré distracciones en otros lados para no pensar en lo que dejé, pero aun así todo volvió de una manera muy brusca.

Abro y cierro mi boca porque ni siquiera sé qué decir. Es... ella de vuelta. Ella devuelta en mi vida, o una pequeña parte de ella, pero mi idea era no verla nunca más. Bien dice que nunca hay que decir nunca.

- No tienes que ir si no quieres – es mi amigo. No puedo dejar sólo a Jack en un momento tan importante para su vida y para él.

- No faltaré a tu boda – lo felicito con un abrazo.

Es solo un rato, incluso la puedo evitar durante la ceremonia. Si pude bloquear todos mis recuerdos con ella durante meses, puedo hacerlo ahora. Tengo repetirme que ya no siento nada, técnicamente la olvidé. La veré y nada malo sucederá. Si tengo todo bajo control todo saldrá bien.

Pero el control lo pierdo incluso si solo escucho su nombre.






*Pongan un ejemplo de que bloquear los recuerdos no es lo mismo que olvidar:

*Teo apareciendo.


Puedes encontrarme en instagram como: agusstejada5

Hasta Que Lo Infinito Se Acabe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora