Capítulo 14/ Seguridad para volver.

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Cuatro meses después.

Summer.

Carter y Abbie me esperan mientras termino de copiar lo que está en el pizarrón. Ya estoy en mi segundo semestre del año, con todas las demás materias aprobadas. Fui un zombi andante mientras estudiaba para las finales. Pero por lo menos esas horas sin dormir valieron la pena.

Las hojas en los árboles ya estén volviendo a crecer con la llegada de la primavera y el césped se ve aún más verde. No más nieve, ni frio, ni ese ambiente tan lúgubre con el cielo repleto de nubes.

Los chicos deben ir a sacar fotocopias antes de irse, pero yo debo buscar mi nuevo uniforme porque al anterior lo rompí. No pregunten cómo, pero solo diré que ponerse algo que se encogió mientras lo lavabas podría hacer que se descosa por todos lados cuando te lo pongas.

Acomodo mi mochila y distraída comienzo a patear una piedra. Pero, como si mis ojos fueran algún tipo de metal y un imán estuviera cerca, automáticamente ellos buscan algo por inercia. Como si ya supieran que otro par de ojos me estuviera mirando.

Mis pies quedan anclados sobre el suelo, las personas siguen yendo y viniendo, los ruidos siguen llenando mis oídos. Pero verlo a él pausó todo.

Está como la primera vez que lo vi. Con su incomoda ropa formal, su erguida postura, sus intensos ojos color verde, su inexpresivo rostro que oculta muchas cosas, su despeinado cabello, y su tonificado cuerpo.

Lo veo fruncir su ceño con confusión antes de que le dé la espalda y camine con prisa en dirección contraria a donde se encuentra.

Esquivo a los desesperados estudiantes por irse mientras avanzo. Doblo millones de veces, pero con tal de perderlo no me importa si me pierdo yo. Cuando pienso que lo dejé atrás me tomo unos segundos para descansar y respirar; no dejaré de repetírmelo hasta que lo haga: en verdad debo hacer ejercicio.

Me peino un poco y volteo dispuesta a irme, pero ahí está.

- ¡Hijo de...! – Teo arce sus cejas –. ¿Por qué eres tan silencio? – respiro hondo calmando mi corazón. Miro ambos lados cuando se me queda mirando – ¿Qué haces aquí? No sabía que estabas en este lugar – ajá, sí. Me hago la desentendida.

- Estuviste mirándome como por diez segundos, Summer – me tiemblan todo cuando vuelvo a escuchar mi nombre en su voz.

- En mi defensa tú también estuviste mirándome – no sé cómo estoy siendo capaz de hablar con tal tranquilidad.

- No lo desmiento – ¿Por qué me tiene que mirar tan fijo?

- Bueno, te dejo para que hagas tus cosas tranquilamente.

Agarro con fuerza las correas de mi mochila mitras paso por su lado.

- Vine a hablar contigo – mis piernas se detienen, volteo confundida y me señalo con el dedo. Él asiente como si fuera obvio. Pues el sabio se tiene que aguantar porque ni muerta hablo con él.

- No puedo. Tengo que hacer un par de cosas y estoy con prisa. Que tengas una buena vida.

Le echo un vistazo y me sorprende (y confunde también) que esté tan tranquilo. No se molestó o algo parecido, solo se queda ahí con sus manos metidas en los bolsillos de su pantalón.

...

Apenas se van comienzo a limpiar la mesa que dejaron bastante asquerosa. Es la parte que más odio, porque, por lo general, en las noches suelen pedir hamburguesas o pizzas y dejan esos trozos de comidas que a veces los miro con duda porque se ven muy babeados.

Hasta Que Lo Infinito Se Acabe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora