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Abrí los ojos con cautela, parpadeando mientras la luz de la habitación se filtraba lentamente. Giré mi cabeza hacia un lado y sentí su mano aferrada a la mía, su rostro tranquilo en el sueño. Intenté moverme, pero una oleada de dolor me detuvo, y no pude evitar gemir. Su rostro se contrajo, y al abrir los ojos, me encontré con su mirada llena de preocupación.

—Quieta —ordenó con seriedad, aunque sus ojos reflejaban más preocupación que irritación. Intenté formular palabras, pero el dolor lo dificultaba. Finalmente, logré articular una pregunta crucial: 

—¿Dónde están mis padres?

Su expresión cambió sutilmente, como si luchara por encontrar las palabras adecuadas. Evitó mi mirada varias veces antes de responder, y supe que algo andaba mal.

En ese momento, la puerta se abrió, revelando al sr. Larry, cuya sonrisa momentánea desapareció al verme despierta.

—Es bueno verte consciente —dijo mientras se acercaba—. Jason nos dijo que no hablaría hasta que estuvieras despierta. ¿Podrías contarme qué pasó?

Asentí, y él se sentó a mi lado. Tragué saliva, sintiendo la presión de la mano de Jason en la mía. Algo no encajaba; su sonrisa amable contrastaba con el peso en mi corazón.

—Primero quiero saber en dónde están mis padres. Es extraño que no estén aquí. 

—Primero —dijo el sr. Larry—. ¿puedo ofrecerte un poco de agua?

—¡No quiero agua, quiero respuestas! —exclamé, sintiendo la desesperación subir en mí. Mis padres no estaban donde debían estar, y el miedo me invadió.

—No sabemos dónde están —admitió finalmente, y sentí que todo se desvanecía—. Han desaparecido.

El tiempo pareció detenerse mientras asimilaba sus palabras. 

—¿Cuánto tiempo ha pasado? —pregunté, con un nudo en la garganta.

—Ocho horas —respondió, y las lágrimas comenzaron a fluir por mis mejillas. Sabía quién estaba detrás de todo esto; C.S. Me las pagaría por esto, lo juré.

Traté de mantener la compostura mientras explicaba lo sucedido. Las cámaras de seguridad de la casa podrían tener respuestas, y mi celular era la clave para acceder a ellas.

Después de una llamada rápida, supe que pronto tendríamos el video que mostraría la verdad. 

—Sr. Larry, usted verá que fui atacada, y Jason solo vino en mi ayuda —dije, tratando de convencerlo—. Fue en defensa propia.

Él asintió, mostrando su confianza en mí. Con un gesto de despedida, se retiró de la habitación, dejándonos solos.

Miré a Jason, intentando sonreír a pesar de todo.

—Puedes darme agua —pregunté con voz ronca.

—Por supuesto, conejita —respondió con una sonrisa juguetona. Sus ojos centelleaban con complicidad mientras regresaba con un vaso lleno. La sed me abrumaba, y me apresuré a tomar el agua, como si hubiera estado en el desierto durante días.

Dejé el vaso a un lado y me incliné hacia él, agradecida.

—¿Qué haces? —preguntó con sorpresa cuando le planté un beso en la mejilla. Me separé, riendo ante su expresión atónita.

—Qué atrevida —dijo, su pulgar acariciando mi labio inferior. Un calor familiar se encendió dentro de mí cuando se acercó más, nuestros labios apenas separados por centímetros. Mi respiración se volvió errática, y mi corazón latía con fuerza.

JASON SMITH [Nada Es Lo Que Parece]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora