Día cinco, parte dos: Solo mujeres.

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La hora llegó, luego de platicar y beber un poco, Alucarda se retiró a "la otra parte del lugar". Las cuatro amigas fueron a los vestidores, un disfraz de policía sexy, con un short de cuero negro, una fusta y zapatillas de aguja para Pretty; un traje a rallas, medias negras y tacones altos para Solari; sostén y tanga, labial rojo intenso y pestañas postizas para Hanabi y un smoking negro, sin sostén, pantalón negro y una delgada tanga blanca para Clara, las tres esposadas.

—Muy bien perras, ¡a darlo todo! Sunshine, ¿tu culo ya está mejor?

—Si, creo, pero...

—No te preocupes, no seré tan ruda. A menos que vuelvas a besar a Hanabi. Je, es un chiste. O quizá no.

—Si ella te hace algo, I'll punish her all the week —susurró Hanabi a Clara.

Llegó el momento de entrar. Pretty hizo su entrada dando pasos fuertes, haciendo sonar las zapatillas sobre el suelo, dio una vuelta alrededor de la mesa de interrogación, se detuvo, la golpeó y gritó:

—¡Detenida número uno! ¡No voy a esperarte todo el puto día! ¡Ven aquí!

Las tres se miraron, no sabían quién era la número uno, pero alguna debía pasar. Clara fue empujada por Solari para ser la primera.

—Te escondías de mí ¿verdad? Pequeña escoria. ¿Vas a confesar o debo sacarte las palabras a la fuerza?

—Co... ¡Confesaré!

—Eso fue rápido —dijo Solari.

—Bien, te escucho cabroncita.

—Este... Yo... Lo hice.

—Je, no tienes una puta idea de lo que se te acusa ¿verdad?

—Este... Me... Me dijeron al detenerme, pero...

—¡Deja de hacerte la confundida! ¿Te crees muy lista? ¿Eres lista?

—Yo, soy...

—¡Y ahora me respondes! Despreciable, altanera y cabrona. Yo te enseñaré a respetar a la autoridad y a no creerte más lista. Pon tus manos al frente.

—¿Así...? ¡Auch!

La fusta de cuero azotó el dorso de las manos de la detenida, las quitó al instante, pero Pretty la sujetó y recibió otro par de golpes.

—¿Eso es suficiente? ¿Vas a confesar?

—No... Una policía no puede hacerme esto, pido hablar con...

—No puedes pedir nada aquí, y como veo que no tienes intención de confesar. Pon tus manos sobre la mesa.

Clara tuvo un Déjà vu, recordó su primer día y su primer castigo en esa sala. Obedeció poniendo sus manos en la mesa y levantó el trasero. Un golpe azotó en sus muslos sobre el pantalón.

—Eso te enseñará ¿o debo ser más dura?

—No puede hacer esto, oficial. Es brutalidad.

—¿En serio? Yo te enseñaré brutalidad.

Pretty le dio otro par de golpes sobre la ropa. La miró al rostro y al recibir una sonrisa por parte de su detenida, prosiguió.

—Supongo que eso no es suficiente para una irrespetuosa perra como tú. Tendré que ponerme seria.

La oficial revisó las cajoneras hasta sacar de ellas una enorme pala de madera con agujeros. La azotó en su mano frente a Clara, ambas mirándose con una sonrisa de complicidad.

Muñequita de vitrina.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora