Día cuatro, parte uno: Un shock al corazón.

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Luego de aquella jornada tan exhausta, Clara fue llevada a la habitación por un par de empleadas. Sus piernas estaban dormidas y su cabeza aun no bajaba al suelo, se quedó perdida entre caóticos pensamientos que cuestionaban todo lo que había creído de ella misma hasta ese momento. 

—Excelente trabajo, muñequita.

Dijo una voz conocida, pero que no alcanzó a ver por quedar dormida.

—Que lindos pechos... Y una piel tan suave, podría tocarla todo el día...

—¡Aaah!

—Hola, preciosa.

—Al... Alucarda ¿qué haces en...?

La joven despertó junto a la chica de cabello rojo, pasando sus largos dedos por sus brazos y cuello. 

—Solo vine a verte y... Pretty y la otra mencionaron que aún no sales del closet. Pensé que podría ayudarte, tal vez, podrías tener tu primera vez con alguien, con un poco de experiencia.

Acercó sus labios a los de la sorprendida Clara, ella quedó inmóvil hasta que un portazo las hizo saltar. 

—¿Puedo saber lo que haces? —Dijo Kuromo con una expresión de piedra.

—Solo jugaba con ella, ni siquiera la toqué más de lo permitido. 

—Sal de aquí. 

—Ni modo, se acabó la diversión. Por cierto, ama, las chicas y yo tomaremos prestada a la muñequita esta mañana, ya hice los arreglos de los horarios, si no le importa. 

—Lárgate. 

—Perfecto. Vendré por ti más tarde querida Sunshine. 

Alucarda se levantó y se despidió de Clara lanzando un beso al aire. 

—No te traje para que hagas amigas o amantes, estás aquí para saldar tu deuda, si no entiendes eso, eres más estúpida de lo que creí y tendré que ser más dura ¿Te gusta que golpee tu pequeño culo? Si comienzas a pensar con la vagina tendré que castigarla también ¿entiendes?

—Si, ama Kuromo. Solo haré lo que usted me diga.

—¿Y ahora eres condescendiente? ¿Si te digo que te cortes la garganta lo harías?

—Eh...

—De verdad que cada día me sorprendes más. Me voy de aquí, tu sola presencia me volverá una imbécil. Cuando vuelva en la noche quiero ver la mejor versión de ti. Ah, y espero disfrutes tu comida.

Kuromo lanzó al suelo el plato con galletas y escupió en el vaso de leche, luego dejó la habitación cerrando de golpe. Clara no entendía por qué Kuromo salió tan enojada, no sabía que hacer ni cómo interpretar las palabras de su ama. Pero recordó el primer día, en que Kuromo le dijo que odiaba desperdiciar comida. Observó por un momento las galletas en el suelo alfombrado, tomó una y la comió, seguida de otras dos y otro par más. Miró la leche sobre el tocador y la bebió casi de golpe si pensarlo demasiado. Esta vez no había ropa nueva, se cubrió con una de las sábanas y salió.

—¡Hey, Sunshine! Por aquí. 

Pretty, Hanabi y Solari la llamaban desde una mesa. 

—Hello, muñequita.

—Hola preciosa ¿cómo te fue anoche?

—Eh... Yo... 

—Ah, quítate eso. No tengas miedo de estar desnuda. 

—Es verdad, aunque te pueden hacer algunas bromas, no debes avergonzarte o preocuparte, si ves que juzgamos a otras es por diversión. De hecho, tienes bonita piel.

Muñequita de vitrina.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora