Día tres: Entre cuerdas y correas

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Luego de aquel día, Clara cayó rendida y se durmió apenas tocar la cama. Por la mañana, fue despertada por su ama:

—Levántate, niña idiota. Por tu culpa despedí a una de mis mejores chicas y ahora deberás suplirla en la mayoría de sus trabajos. Tienes media hora para prepararte, cuarto medieval, si llegas tarde serás marcada con un hierro. ¡Entiendes! ¿Verdad?

—Si, ama. 

—Perfecto, come a gusto linda. 

Lo voluble de esa mujer asustaba más a Clara que los momentos en que era solo sádica. Comió solo medio vaso de jugo y poca fruta, era menos que la otra vez, pensó que era parte del castigo. 

Su ropa resultó ser un calzón roto y un brasier que simulaba una cuerda enrollada l rededor de su pecho. Salió y buscó el cuarto asignado.

—Este... —Preguntó a una de las chicas fuera de las puertas— ¿Cuál es el cuarto medieval?

—¡Hey! Sunshine, por aquí.

—Pretty, Hanabi ¿este es el...?

—Si, cuarto medieval. Te divertirás con nosotras. Es una curiosa coincidencia ¿no lo crees?

—De hecho, Kuromo tell us to...

—Je, no le hagas caso. Sunshine, escuché que gracias a ti Kuromo corrió a Bondage Bitch.

—Eh, no quiero hablar de eso. Fue muy...

—Pues bien hecho. Esa loca hacía honor a su nombre, la mayoría no la soportábamos, incluso las meseras la odiaban. 

—That fucking whoe.

—Tienes razón, toda una perra maldita. Gracias por salvarnos de ella, aunque ahora te toque ser nuestra víctima hoy.

—¿Victima? ¿Es por eso esta ropa? 

—Soy la verduga, mi deber será...

—Secreto. 

—Ja, es verdad. Ya lo verás. 

Clara no entendía, pero ya no podía continuar la amigable plática. Se abrió la puerta, una luz anaranjada emanaba del interior. Pretty volteó a ver a Clara y le guiñó un ojo, mientras Hanabi la tomó por el brazo y la condujo al cuarto. 

—¡La acusada! ¡Sunshine! ¡Se te acusa de brujería y conspirar contra el rey!

—¿Qué?

Entraron a un cuarto, iluminado por antorchas artificiales, con muebles de madera que parecían instrumentos de tortura. Ya había entrado el día anterior, pero ahora le prestaba atención a todo: una horca, un potro, una dama de hierro, un rueda y decenas de instrumentos esparcidos por todo lo ancho en un par de mesas. 

—¿Cómo te declaras?

—Eh... Yo... 

—Di inocente, and don't look at el espejo —susurró Hanabi.

—¡Inocente!

—¡Pues es una lástima! Ya has sido declarada culpable por el juzgado. ¡Se te sentencia a ser amarrada y recibir veinte latigazos!

—¿Eh?

—¿¡Tienes alguna objeción!?

—Yo... 

—¡No se aceptan objeciones! Esclava, se útil en algo y amarra a la acusada. 

—Scream like a bitch —susurró Hanabi a Clara.

—¡Aaaaaah! Lo siento, soy inocente. ¡Prometo servir al rey! ¡Sáquenme de aquí!

—¡Silencio, bruja! Recibirás tu castigo. 

Muñequita de vitrina.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora