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POV: Juanjo

Alguien me despierta tocando la puerta de mi habitación. Me levanto como puedo, casi cayéndome al suelo por culpa de las sabanas. Abro la puerta y Bea y Alvaro casi me tiran, al entrar. Por lo que parece, hoy el universo no está muy contento con mi existencia.

– Ya nos lo estás contando todo. – dice Bea.

– Contar, ¿el que? – pregunto yo, aun medio dormido.

– Martin y tú. ¿Por qué no vinisteis ayer? – pregunta Alvaro, con segundas intenciones.

– Pues porque… – intento buscar una excusa creíble, pero decido ir por la verdad

 – Nos fuimos a cenar con mis padres, porque querían conocerlo.

– ¿Y eso? – pregunta Bea, extrañada.

– Porque querían conocer a mi novio. – contesto, con las mejillas rojas.

– ¡¿Que?! – chillan los dos a la vez.

– ¿Martin y tu…? – empieza Álvaro, acabando la pregunta de “¿estais liados?”, haciendo señas con sus manos.

– Algo asi. – digo yo.

– ¡Ya nos lo estás contando todo! – chilla Bea, emocionada.

– Pues que sí, que estamos saliendo. – digo, sin mirarles a la cara.

– ¿Desde cuándo? – pregunta el.

– Hace cosa de un mes y medio, ya.

– ¿Y nos tenemos que enterar ahora? – pregunta ella, recriminandomelo.

– Bueno, bueno. Queríamos ir poco a poco. – me excuso – ¿Al final salisteis, ayer?

– Eso, cambia de tema. – se ríe Alvaro – Y si. Salimos con Rus y Kiki, al pub de siempre. Nos lo pasamos muy bien, sin vosotros. – bromea.

******

Preparo la comida con total tranquilidad. Hoy es sábado y los pocos deberes que tenía los he hecho esta mañana, cuando Alvaro y Bea han vuelto a sus habitaciones.

La cocina que tengo en la habitación no es que sea la gran cosa —de hecho, a parte de la cocina, también es el pasillo—, pero tengo un microondas, un grifo y una pequeña vitro. Más que de sobras para hacer pasta, hervidos, caldos… Cosas sencillas, dignas de un estudiante que está aprendiendo a cocinar.

Mientras espero los diez minutos que tarda en hacerse el arroz —aunque siempre lo dejo más tiempo—, me pongo a revisar las notificaciones.

Definitivamente, hoy el universo no está muy contento con mi existencia.

Sin siquiera avisar, llamo a Martin.

– ¿Estás en tu habitación? – pregunto, cuando contesta.

– Si. – dice, medio dormido.

– Ahora subo. – y cuelgo, sin darle la oportunidad de decir nada más.

Apago la vitro para que no se queme nada en mi ausencia, cojo las llaves de la habitación y subo al cuarto piso. Martin tarda unos segundos, en abrirme la puerta. Su pelo está más despeinado que de normal y solo va vestido con un pantalón corto de pijama y una camisa ancha de manga corta.

– Estaba haciendo la siesta, ¿que pasa que sea tan urgente? – pregunta él, mientras yo entro y me siento en la silla de su escritorio.

– Mis padres nos invitan obligadamente a cenar y dormir en nuestra casa de Madrid. Según ellos, para pedir perdón por las preguntas intrusivas de ayer. – digo, mientras él se sienta en su cama, con las piernas cruzadas.

Mi "novio" - JuantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora