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POV: Martin

Me despierto únicamente con unos calzoncillos que ni siquiera son míos, tivándome por la erección matutina. Mi cabeza reposa sobre el pecho desnudo de Juanjo, con quien ayer acordamos dormir así, por si a los locos de sus padres se les pasaba por la cabeza ver como dormíamos. Bajo mi pierna —que rodeando sus caderas— noto su erección. Al menos no soy el único que está así.

¿En qué momento decidí que esto era una buena idea? Ah, si, en el mismo momento en que pensé lo adorable que se veía Juanjo, frustrado. ¿En qué momento iba yo a pensar, que sus padres están tan locos como para “obligarnos” a hacer estas cosas? Aunque claro, teniendo en cuenta que quieren —o al menos querían— casar a su hijo con una chica que ni conoce…

Como mínimo me voy a llevar unos nuevos “juguetes”, de esta situación.

– Buenos días, “cariño”. – dice Juanjo, con la voz ronca.

– Buenos días, amor. – digo yo, sentándome encima de su erección y él abre los ojos de golpe, haciéndome reír.

– Te has despertado contento, eh. – bromeo, frotandome un poco.

El me coge de la cintura y se gira, dejándome a mí debajo de él, con las piernas abiertas.

– No te rías tanto, que tu estas igual. – dice, bajando a mi cuello, dejándome un suave beso allí, antes de susurrarme al oído – Mis padres están en casa, les he oído entrar poco antes de que te despertases. 

– ¿Qué hacemos? – susurro en su hombro, antes de besarle la mordida, acariciando su espalda de arriba abajo, notando aún las marcas que le deje ayer con mis uñas.

– Pues vamos a desayunar así tal cual y que se escandalicen si quieren, si nos ven empalmados.

Dicho y hecho, salimos de la habitación de Juanjo —solo en calzoncillos— y vamos a la cocina, para prepararnos unas tostadas, un café para él y un colacao para mi.

– ¿Vamos a la piscina y desayunamos estirados en las tumbonas? – pregunta él y yo asiento, con una sonrisa.

******

Tras pasar la mañana sin hacer nada más que tomar el sol que pasaba por los grandes ventanales de la piscina interior, Juanjo y yo decidimos vestirnos —los dos con ropa suya— y llamamos un taxi para que nos lleve a la residencia, no sin antes despedirnos de sus padres.

– Que tranquilidad. – dice Juanjo, cuando entramos a recepción, sin encontrarnos a nadie.

– Te recuerdo que nuestros amigos saben que “somos novios”. – digo yo, riendome por su comentario.

– Ya, pero ellos no están tan locos como mis padres y no nos van obligar a liarnos delante de sus narices.

– En eso tienes razón. – digo yo, mientras subimos las escaleras – Con ellos sí que podemos aplicar eso de “pasear de la mano y darnos algún piquito”. – digo y ambos reímos.

Al llegar al segundo piso, nos encontramos a Bea y a Alvaro.

– Hasta mañana, amor. – digo, antes de ponerme de puntillas para darle un beso en la mejilla, haciendo que sus amigos suspiren un “qué monos”.

– Hasta mañana, cariño. – dice él, antes de que suba al cuarto piso, donde me encuentro con mis Ruskis.

– Cuéntanoslo todo, ¡ya! – pide Rus, cuando entramos a mi habitación.

– ¡Y no te saltes ni un detalle! – pide Kiki, haciéndome reír, mientras los tres nos sentamos en mi cama.

– Ha sido muy guay. – digo, fingiendo vergüenza – Tiene dos piscinas internas. Una de grande con agua fría y otra más pequeña, con agua caliente y una zona de burbujas, como si fuese un jacuzzi. – les digo – En la zona de las burbujas nos enrollamos, pero a saco.

Mi "novio" - JuantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora