11. Terror o no.

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Hoy nos vamos de regreso a casa, finalmente.

Las conferencias han terminado y nadie está más feliz por ello que Kilian.

Toda la mañana se ha mofado en decir que fue una tortura y que no habrá manera en la que Elián pueda pagarle ese favor.

—Lo dices como si hubiera sido una tortura estar conmigo. —digo con cierta ofensa.

El me regala una mirada irritada.

—Es que si lo fue.

Rodé los ojos.

—Ven. —me hizo una seña para que me acercara a él.

Acabo de ducharme, estaba cepillando mi cabello, mientras que él estaba tumbado sobre la cama con un montón de hojas a su lado y su laptop entre sus piernas.

—¿Qué? —pregunte desde mi lugar.

No quería acercarme mucho a él.

—Ven. —insistió, sin mirarme.

Me acerqué dudosa, pero no me subí a la cama. Me quede de pie a un lado.

—Ayer mientras todos estaban en la conferencia entre a la habitación de Santiago. —abrí los ojos y el alzo la mano para que guardara silencio. — Antes de que me regañes mamá, escúchame.

Guarde silencio, así que continuo.

—Sabemos que el anónimo está pisándole los talones, pero ¿Por qué? —su ceño estaba ligeramente fruncido mientras tecleaba en su laptop. — Sabemos también que tiene videos íntimos con sus estudiantes. ¿El anónimo está muy interesado en que los borre o que los haga públicos? Si está interesado en que los borre es porque debe de estar en alguno de ellos.

Me acerqué un poco más para poder ver lo que escribía. Eran nombres.

—¿De dónde sacaste esos nombres? —pregunté, curiosa.

—Son las chicas de los videos.

Fruncí mi ceño.

—¿Los viste? —No disimule nada el tono juzgador.

—¿Eh? —despego su vista de la pantalla solo para regalarme una mirada confundida. — No. El nombre de los videos es el nombre de la chica que está en él.

Alce mis cejas.

—¿Cuántas son?

—Llevo 15, todavía faltan algunas.

Mi estómago se revolvió.

¿Cómo es posible que alguien este por ahí teniendo relaciones sexuales con tantas personas a la vez y estar como si nada? No juzgo la vida sexual de nadie, solo que a estas alturas no se sabe que enfermedades se pueden contraer y como arriesga la salud de las demás chicas también, que a sabiendas medianamente confían en él.

—¿Y qué? —hable. — ¿Todas ellas serán sospechosas ahora?

Se encogió de hombros.

—Es lo que tenemos hasta ahora.

Kilian parecía querer decir algo, pero no se animaba. Se veía dudoso.

—¿Qué? —pregunte en cuanto lo note.

—Hay algo...—dudó. — Pero si te lo cuento tienes que prometer que no dirás nada.

—Aja.

—Hablo en serio Alice.

Asentí.

Me puse nerviosa.

—¿Qué?

El soltó un suspiro largo, busco entre sus hojas y tomo un papel doblado entre sus dedos.

Los hermanos DouglasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora