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Sergio gimoteo, alzando las caderas y lanzando la cabeza hacia atrás cuando Max apretó su pene

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Sergio gimoteo, alzando las caderas y lanzando la cabeza hacia atrás cuando Max apretó su pene.

—Alguien nos va a ver— se quejo cuando entre abrió los ojos y vio a un par de personas pasar a unos cuantos metros de ellos—. Alguien nos va a ver.

Pero en lugar de detenerse, Max se inclino y comenzó a mordisquear su cuello, como única respuesta Sergio enterró los dedos en los costados del asiento.

—Maxie — gimoteo, el chico bajando y subiendo rápidamente el puño sobre su pene—, Max, por favor, por favor. Por favor.

—¿Por favor qué, amor?— dijo Max sonriendo con lascivia. Sergio sólo soltó un largo gemido como respuesta, finalmente corriéndose en el puño del alfa. Éste dejo un besito sobre las marcas de las mordidas que le había hecho, mientras se limpiaba la mano con un trapo.

—Eres tan precioso— murmuro en su oído.

Sergio, que sólo trataba de recuperar la respiración, lo miro con los ojos entrecerrados.

—¿Qué me haz hecho?— murmuró— Ya no soy un adolescente hormonal como para estar dándome un faje en el coche en medio de un estacionamiento con mi novio— se quejó, dejando caer la cabeza en el hombro de Max.

—Definitivamente no eres un adolescente hormonal, pero seguro que eres un hombre embarazado bastante hormonal que quiere tener sexo en los lugares más inadecuados.

Sergio entonces levanto la cabeza, mirándolo con un puchero.

—¿Realmente me estás culpando por esto?— lloriqueo— Tú fuiste el que comenzó a meterme mano en un estacionamiento, quiero decir, tú te aprovechas de mi estado y después quieres culparme a mi— y tal vez no estaba derramando lágrimas, pero él realmente estaba, de alguna manera, llorando—. No puedo creer que seas así. Yo sólo quería hacer las compras.

Max apenas y pudo evitar rodar los ojos. A Sergio le faltaba una semana para cumplir los nueve meses y desde que finalizaba el séptimo había estado insop- sensible, muy jodidamente sensible y tanto a él como a Yuki les había parecido adorable en un inicio, pero pronto se había vuelto cansado a tal punto que ahora Yuki sólo los visitaba cada tantos días (sólo en lo que sus cambios de humor pasan le había dicho), pero entonces Sergio había jodidamente llorado durante todo un día cuando su hijo se había ausentado por tres días.

Max no había podido calmarlo hasta que Yuki se había presentado, a la una y media de la madrugada, y le había inventado que simplemente tenía muchísimo que hacer, tanto de la universidad como del trabajo (gran mentira, porque le habían dado un par de días en el trabajo y siempre iba al corriente en la universidad, así que sus días eran Netflix & Chill). Sergio igual había llorado en los brazos de su hijo y después le había dicho que ya era muy tarde y que lo mejor era que se quedara a dormir. Al siguiente día los había despertado con un amplio menú como desayuno y después se había quejado de los cambios de humor durante medía hora.

Dicha | Chestappen | AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora