Capítulo XI

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Ana

Estaba tirada en la camilla de aquel cuarto llorando.

¿Por qué a mí? Creo que no me lo merezco. Por culpa de la lesión me pierdo lo que queda te temporada, la Eurocopa y posiblemente las olimpiadas.

- ¿Se puede? - me pregunta Pablo apareciendo por la puerta - aunque ya estoy más que dentro - dice y logra sacarme una sonrisa después de tanto llorar.
Se acerca, se sienta a mí lado y me abraza, ahí automáticamente me pongo a llorar.

- Ey, no llores - me intenta calmar tocándome el pelo.

- ¿Cómo no voy a llorar? - le pregunto levantando la vista - si puedo que esta lesión acabe con mi carrera, me voy a perder todos los partidos importantes.

- Escúchame Ana, lo primero en lo que te tienes que centrar es en la lesión, así poder volver cuanto antes y más fuerte que antes - me contesta secándome las lágrimas - mira la parte buena, estaremos más tiempo juntos - añade riendo levemente.

- ¿Esa es la parte buena? - le pregunto riendo - me creía que ibas ha decir que descansaría más.

- ¿Quieres decir que no quieres mi compañía? - me pregunta alzando una ceja.

- Claro que quiero ti compañía tonto - le contesto despeinandolo.

- Bueno debería irme, los chicos me esperan - dice levantándose - avísame cuando te saquen de estas cuatro paredes - añade.

- Vale, pesado - le contesto.

....

- Te vamos a poner esto en la pierna - dice uno de los médicos enseñándome una escayola - mañana por la tarde tienes la operación - me informa y yo asiento.

- A las 5:00 pm tienes que estar en el hospital, tranquila que te van a tratar los mejores cirujanos de toda Barcelona - añade el otro especialista.

- Vale gracias - hago una pausa - ¿podrán ir a visitarme familiares y amigos? - pregunto.

- Antes y durante la operación no, pero es lógico, pero ya después de la intervención si - me contesta - sin ningún problema.

- ¿A quien llamamos para que vengan a por ti? - me preguntan.

Podría llamar a Marc o Mara pero prefiero que venga Pablo.

- A Pablo Martín Páez Gavira - les respondo y lo llaman.

Pablo no tardo ni un cuarto de hora en ir a recogerme.

- No veas los papeles que he tenido que rellenar para poder sacarte de aquí - dice entrando por la puerta.

- Te doy las gracias, pero ahora puedes ayudarme a sentarme en esta maldita silla - me paro - por favor - le pongo cara de angelito.

- Si me lo pides así - me contesta mientras me coge en brazos y me sienta.

- Gracias.

- ¿Preparada para la mejor atracción? - me pregunta.

- ¿Qué dic...? - se acerca corriendo a la puesta la abre, coge la silla y la empuja corriendo - AHH, AYUDA - grito riéndome.

Salimos corriendo del hospital, mejor dicho el corriendo y yo siendo empujada por él.

- Muchas gracias por confiar en  "Atracciones Pablo Gavi" - dice riendo y abriendo la puerta del copiloto de su coche.

A continuación me coge otra vez en brazos y me sienta en el asiento del automóvil.
Después de eso desmonta la silla de ruedas y la deja en el maletero.

- ¿Cual es su parada Señorita Paz? - me pregunta.

- ¿Le importaría que me quedara en su casa Señor Páez?¿O Seños Gavira? - le cuestiono.

- Para mi es un placer my lady - me contesta.

- Pues pese primero por mi hogar, la Masia y luego vayamos a su querido hogar caballero - le digo - parecemos tontos - añado soltando una carcajada.

Más que compañeros - Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora