Capítulo 25

4 0 0
                                    

Eve abrió los ojos con lentitud. Lo primero que sintió fue el peso de las mantas contra su piel desnuda. Lo segundo, el roce de la mano de Hjalmar en su espalda. Se dio la vuelta para darle los buenos días con un beso fugaz.

—No sabía que estabas despierta.

Eve le respondió apretándose más contra su cuerpo. Hjalmar hizo el beso más profundo y enredó su lengua en la boca de Eve. Ella soltó un pequeño gemido cuando sus dedos recorrieron su muslo. Desde la cabeza hasta la rodilla.

La luz del amanecer se colaba por la pequeña ventana y hacía que los cabellos de Hjalmar casi brillasen. Eve enredó uno de sus dedos en la suavidad de su dedo antes de atraelo más hacia sí. Él le acarició la mejilla con el dedo pulgar.

Alguien llamó a la puerta. Hjalmar fue el primero en reaccionar y cubrió la cabeza de Eve con una sábana. Enseguida se dieron cuenta de que no iba a funcionar, así que conteniendo la risa y el nerviosismo, ella se metió debajo de la cama. Cuando su tripa tocó el suelo, recordó que estaba desnuda.

—Hola, hermanito —dijo Cerys en cuánto Hjalmar abrió la puerta—. ¿Te pilló en buen momento?

—Eh... sí, claro.

Eve era incapaz de ver nada, porque las mantas gruesas de la cama llegaban hasta el suelo e impedían que entrará el menor atisbo de luz. Sin embargo, pudo sentir el peso de Cerys cuando se sentó en la cama de Hjalmar.

—¿Has tenido pesadilla? —dijo Cerys.

—No, ¿por?

—Porque tus sábanas están muy revueltas. —Eve casi pudo imaginar a Hjalmar sonrojándose en aquel momento.

—¿Has venido para algo más que molestarme?

—Sí. La profesora de Oxenfurt se marcha hoy y quiere discutir el futuro de Eve con nuestro padre. Quizá deberías hablar con él si quieres que se quede.

—Lo haré. Igual deberías contárselo a ella también.

—Lo he intentado, pero no está en su habitación.

—Qué extraño. —Eve notó el nerviosismo en la voz de Hjalmar. Cerys no hizo ningún comentario.

—Debería irme. Tienes hasta la hora de comer para resolver tus asuntos.

Cerys se levantó de la cama y sus pasos resonaron hasta el rincón contrario de la habitación. Eve escuchó como la puerta chirriaba y a Hjalmar despidiéndose de su hermana. Cuando pensaba que la pelirroja no les había descubierto, volvió a hablar.

—Y dile a Eve que no hace falta que se esconda. Os he oído gritar durante toda la noche.

En ese momento, Cerys por fin cerró la puerta tras de sí, dejando a Eve con ganas de quedarse debajo de la cama para siempre.

***

Eve llamó a la puerta del despacho de Cranch con miedo. Al otro lado de la puerta escuchó la risa de Ludovica mientras los pasos del jarl se acercaban a la puerta. Cuando la abrió notó un ambiente raro en la habitación. Ambos estaban sonriendo, como si tuvieran alguna especie de complicidad.

A Eve le temblaban las piernas. Durante la noche anterior apenas había sido consciente de que podía ser de las últimas que pasase entre los muros de Kaer Trolde. En aquel momento, frente a la sonrisa del jarl, se sentía más vulnerable que nunca. ¿De qué habría estado hablando con la profesora?

—¡Pasa, Úrsula, pasa! Toma asiento —dijo Cranch ajeno a todo lo que había sucedido entre su hijo y ella. ¿Qué pensaría si lo supiera?

Eve se había hecho a la idea de marcharse durante la hora que había pasado encerrada en su habitación, armándose de valor para ir a hablar con él. Sin embargo, aquella posibilidad le resultaba demasiado aterradora, pues ya le quedaban pocas cosas en el continente. Sus hermanos se las estaban apañando bien por lo que podía leer en las habituales cartas de Vlodimir y en las escasas líneas que recibía de Olgried. Estaba preocupada, pero ambos eran mucho más mayores que ella y no la necesitaban para salir adelante. Eve quería pensar que ella tampoco los necesitaba para crear su propia vida.

Tormentas de Skellige (The Witcher 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora