Capítulo 31

3 0 0
                                    

Eve ya no sabía si era de día o de noche. Había perdido la cuenta del tiempo que estaban agazapados en una cabaña en las ruinas de Dorve. Los sonidos de las sirenas se colaban por las rendijas del tejado. Sin el cuerno de Hjalmar había dos opciones; luchar o esconderse.

De 30 tripulantes del barco ya solo quedaban 7. Folan no había regresado y Vigi estaba en paradero desconocido desde que se había ido corriendo detrás de uno de los monstruos. Leif tenía una cojera grave y el resto estaban heridos, a excepción de Hjalmar y ella misma. Tormund tampoco tenía ninguna herida grave salvo el mordisco poco profundo de una sirena, que Eve había curado, pero no dejaba de lamentarse del terrible dolor que por fin le iba a llevar a la muerte.

A Eve nunca le había quedado claro si el mercenario había ido allí para protegerla o para encontrarse con su propio fin en una valerosa batalla, como había hecho el rey Bran. Una vez en la isla estaba como el resto; muerto de miedo. Solo Hjalmar intentaba disimularlo con una estúpida promesa. Habían fracasado, estaba claro, y ni siquiera habían encontrado al Gigante de Hielo.

Lo peor de todo es que el destino de esas siete personas estaba en sus manos. Eve estaba intentado encontrar la fórmula para una bomba que imitara el sonido del cuerno de Hjalmar. Era imposible porque no conocía en nada a las sirenas, pero había investigado otros monstruos voladores. Por lo menos iba a conseguirles una oportunidad.

—Ya está, creo. Solo tengo una—le dijo a Hjalmar.

—Suficiente. —Él se agachó para contemplar su obra y le pasó el brazo por la cintura con disimulo. —Tú tranquila, todo saldrá bien. Quédate cerca de mí para que pueda protegerte.

Hjalmar volvió a incorporarse para anunciar que por fin pasaban a la acción. Eve estiró su brazo para prepararse para el mejor lanzamiento que había hecho nunca. Solo tendría una oportunidad.

Tormund la miraba con esos ojos vacíos desde un rincón de la pequeña cabaña. Una vez más, le gustaría saber que ocultaba detrás de su rostro y qué pensaba realmente de sus habilidades. ¿Confiaría en ella?

—No le hagas caso a ese loco —dijo él—. Tú lanzas y te escondes, que es lo que mejor sabes hacer.

—¿Te preocupas por mí?

—Me preocupa mi misión. La muerte es una delicia para un viejo como yo, pero sería una tragedia que despidieran a Knutt por mi culpa.

Eve suspiró. Por un momento, había pensado que el mercenario podría darle unas palabras de aliento o demostrar que en todo ese tiempo le había cogido algo de cariño. Seguía igual que siempre. Al otro lado del mar, las vidas de los demás seguirían su curso sin que nadie se imaginase que ella estaba en una situación allí. Quizá los skelligers fueran los únicos que mirarían al cielo preguntando dónde estarían Hjalmar y su tripulación.

Llegó el momento en el que las puertas se abrieron y Hjalmar lideró al resto hacia una muerte segura. Consiguió zafarse de una sirena con su espada, pero el segundo no corrió tanta suerte. Por desgracia para Tormund, el mercenario consiguió ser más rápido y cortarle el cuello antes de que el monstruo fuera a por él mismo.

Las sirenas sobrevolaban sobre sus cabezas y Eve supo que era el momento. Se adentró la pantalla y activó su bomba improvisada. Cuando explotó, un sonido estridente hizo que su mente se nublara durante un segundo. Vio como los monstruos caían al suelo aturdidos. Los guerreros se abalanzaron sobre ellas para llenar el suelo de sangre.

Eve había cumplido con la primera parte de su misión, así que consiguió escabullirse entre el caos y encontrar un pequeño granero que se mantenía en pie a duras penas. Desde allí, pudo ver que la batalla no estaba ganada.

Tormentas de Skellige (The Witcher 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora