douze

131 9 20
                                    

Creyó por un momento que iba a ser algo fácil estar con Marcos, o que iba a poder lidiar con el sentimiento de no sentirse suficiente por el simple hecho de que el otro no dejaba nada por él. Él lo dejaría todo, y ni tendría que pedírselo, pero entendía que no todos tenían que actuar como él. Tampoco le había pedido que deje nada. No se creía en derecho de hacerlo, ni novios eran.

Mataría por poder decir que Marcos es su novio, aunque si lo fuera tampoco sería realmente suyo, y eso era lo que le molestaba. Él se entregaba en cuerpo y alma, se arrancaría el corazón y se lo entregaría, pero para Marcos era una cojida y ya esta. Entendía la posición en la que estaba el otro, la respetaba, pero desearía tener un poco más de él. Marcos se entregaba a él por la tentación y lo atractivo que era la prohibido, la emoción de estar ocultos y medir cada uno de su tiempo juntos. Tener el tiempo cronometrado y sabía que no se podían dar más que eso.

La excitación que todo esto causaba sabía que era lo que ataba a Marcos a él.Sabía que Marcos no lo quería, ni mucho menos lo amaba. Le gustaba físicamente, y como cojia. Como se sentía hacerlo con él siento tan incorrecto.

Tenia muchísimo miedo de que, llegando su momento, Marcos se aburra de él. Le aburra esconderse, le deje de tentar lo prohibido o, incluso, que deje de parecerlo para él. Sabía que no habría belleza suficiente en el para retenerlo cuando dejara de ser incorrecto, que no habría nada nuevo que mostrarle ni caricias suficientes para que se quede con él cuando le deje interesar tener simples momentos.

Sabía que el momento iba a llegar, así que se limitaba a no reclamar nada, no pedir nada y disfrutar el momento robado con un hombre ajeno. No quería adelantar el aburrimiento así que no generaba ningún tipo de pelea, ni le ponía ningún impedimento cuando se levantaba y se iba, dejándolo solo en la cama. No le reclamaba que no le preguntará como estaba, o que no mostrara preocupación alguna por él cuando al mirarlo irse se le llenaban los ojos de lágrimas. Ni cuando la única vez que le susurró que por favor se quedará, él otro ni omitió respuesta. No le dijo nada a que se haya olvidado que antes de ser esto eran amigos. Y principalmente no le reclamaba ser el otro (aunque creía que hasta ese papel le quedaba grande) si eso se significaba ser algo.

Se sentía sucio siendo así, mal, y le molestaba disfrutar cada toque en su piel, o cada beso en sus labios porque sabía que eran robados. No sé sentía orgulloso, pero no quería cambiarlo.

Lo que más le molestaba era que el había elegido esto, que el prefirió esto.

Extrañaba dormir, ir a comer, ver series, películas, cocinar y todo lo que hacia con Marcos. Con su Marcos, del que se enamoro.Era bastante menos dulce, empalagoso y consentidor que cuando eran amigos, y se sentía demasiado mal que lo hiciera solo porque cojen. Le gustaba cada regalo que le traía Marcos, pero extrañaba sus te quiero antes de ir a dormir. Le gustaban sus "mi amor" al oído pero extrañaba sus abrazos largos cuando se sentía mal. Extrañaba como se comportaba cuando eran solo mejores amigos.

Al principio si se comportaba así. Era empalagoso, lo llenaba de besos y le decía lo mucho que lo quería, dormían juntos largas jornadas de siesta, cocinaban galletitas y le traía, sin falta, flores todos los días que se veían. De alguna forma, parecía que lo quería y que si había decidido darle lo que decía el, no podía. Le decía que iba a terminar siendo novios, que se iban a casar y tener hijos. Lo abrazaba, besaba y cargoseaba a más no poder.

De un día para otro cambio.

O bueno, no. Creía tener una explicación a ese cambio, y sentía tener parte de la culpa. Una vez, hace como mucho siete meses y exactamente cuatro meses después de aquella noche que empezó todo, Marcos le propuso algo, que sonó bastante loco al momento de escucharlo.

Los infieles [Enzo Pérez x Marcos Rojo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora