quatorze

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River no venía bien, pero la hinchada seguía alentando. Llegar al vestuario y ver la cara de cansancio ante una nueva pérdida de puntos absurdos, de darlo todo y fracasar de igual manera. Ver la cara de cansancio de él. Su desilusión y su preocupación. Que en medio de una charla sobre el bajo rendimiento del equipo y de lo poco merecedores del apoyo del hincha que eran, supo que se iba. Lo vio en su cara, estaba triste, cansado. Cuando salió a decir que acá no hay crisis, que no la van a encontrar, supo que su estadía estaba terminando, y respetaba su decisión. El supo que se iba de River cuando un día Guillermo vino a preguntar por él. Nunca en su vida pensó verlo preguntar por Marcelo, y mucho menos que este se lo llevara por horas a su despacho, para después salir abrazado a él con los ojos enrojecidos.

No era un año terriblemente malo, seguramente cualquier otro equipo estaría conforme con su año. River no, River exigía más. Exigía tanto, que a la mitad del equipo les pesaba la camiseta. Les quedaba gigante. Ellos lo sabían, pero hacían todo lo posible por rendir al máximo siempre, pero no se les daba nada este año. Ante la falta de resultados, el estrés y la constante presión de estar en un equipo gigante y copero como River que te exigía ganar, gustar y golear en todos los partidos. Ser eliminado en octavos de Libertadores no era ejemplo de eso, ni que Patronato los eliminara en 4tos de  Copa Argentina. Ni perder el clásico, ni empatar con Tigre. Ni perder con Aldosivi.

Recuerda la desilusión del clásico. La diferencia de momentos que ambos clubes tenían. Boca, con Ibarra al mando, parecía haber recuperado su confianza y River, con un cansado pero luchador Gallardo, parecía perder el brillo ante la salido de figuras irreemplazables. Que el gol lo hiciera Benedetto fue casi irónico. La derrota le molesto, sí. Pero lo que más le molesto a Enzo fue la comodidad que tenía su Marcos para volverlo loco cuando jugaban. O la comodidad que tenía con Benedetto, como si se empeñara en molestarlo a él. Conociéndolo, lo estaba haciendo.

Hablando en términos de su relación con Marcos, ese partido marcó un antes y un después. Y no solo por lo sucio que había sido el partido, y como esto se traslado a su encuentro íntimo.

"-Mi gallinita. Te rompi todo el orto en la cancha hoy y lo hago ahora.Y solo lo hago yo porque me perteneces solo a mi. Sos mio vos."

Marcos hizo que todo fuera tan brusco, tan rudo que se preguntó si alguna vez sintió algo por él. Lo hizo parecer tan sexo y solo eso, que le molesto. Nunca se lo habían hecho tan bien, y seguramente fue de los mejores polvos de su vida, de todas maneras, si armaba un top todos eran con Marcos. Parecía bendecido con alguna habilidad que lo hacía hacerlo tan bien. Y el leve pensamiento del real porque lo hizo  alejarlo de su cabeza. Esta vez, específicamente, Marcos se encargo que no fuera cariñoso ni cuidadoso. Nada de amor ni mi vida. Nada de besos siquiera. El nivel de lujuria del ambiente lo cegó, se entrego por completo al placer que su morocho le brindaba y se dejo ser y hacer a la forma que Marcos dispusiera. Y sabía que eso significaba no sentirse ni un gramo merecedor de amor sino solo cogible, por era eso lo que significaba para el menor. Simple sexo.

Cada vez que Marcos lo tocaba, había una dedicación casi reverencial en su atención. Marcos parecía adorar cada rincón de su cuerpo con una devoción que se asemejaba a la de un fiel ante una deidad. Se enfocaba meticulosamente en las áreas que solían ser sensibles para él o que alguna vez le habló sobre alguna molestia por como se veía, mostrando un cuidado especial, tan delicado que contrastaba con la brusquedad que solía exhibir. Esta atención detallada lo llevaba a cuestionar si el amor que sentía era un reflejo de sus acciones físicas o si había algo más profundo escondido. Era perfecto por donde se lo mirase cuando se trataba de entrega únicamente física. En cuanto a la emocional...bueno. No la hacía, la dejo de hacer hace mucho, se canso de fingir que estaba dispuesto a dejar su vida, que estaba dispuesto a amarlo. Él nunca le pidió nada, no tenia que dejar nada, solo amarlo. Y ni eso hacía, aunque eso él lo acepto hace mucho.

Los infieles [Enzo Pérez x Marcos Rojo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora