capitulo 2

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...

— Por dios Camille, obedece a tu papá — dijo mi madre fatigada por mi comportamiento. — ya eres una adulta, si el te dice que hagas las cosas, tienes que hacerlas.

— Mamá, verdaderamente no quiero ir a llevar éso. — fruncí mi ceño e hize un puchero como si de una niña se tratase — porque no viene ese señor y lo busca el mismo.

La verdadera razón es que odio la carne cruda, me recuerdan a las heridas de algunos de mis amigos que fallecieron en la guerra. Eso mi mamá no lo sabe.

— No lo vuelvo a repetir..

Rodé mis ojos y tome bruscamente la bolsa sin importarme los regaños de mi mamá por mi inmadura actitud. Ella grito otras palabras que no alcance a oír porque ya estaba saliendo de la tienda de mi padre.

Ahora tengo que llevarle un kilo de carne a un extraño señor o supongo que lo es por como mi mamá lo describió, que quedó medio loco después de la guerra, claro mi madre dice que no quedo loco si no que tiene una condición.

Está loco.

Camine unas cuantas calles que parecían infinitas, este pueblito no es tan pequeño como aparenta o como algunos piensan. esta definitivamente es una caminata larga, pero todo para complacer a mi papá ya que es el único que siempre esta para mi.

Después de casi media hora de caminata, llegué a una casa un poco alejada del pueblo, habían varios jóvenes en la entrada charlando y riendo alegremente, dude en acercarme, creo que me equivoqué de dirección. Los muchachos se veían de mi edad y otros un poco mayores.

Con los nervios de punta y vergüenza extrema me acerque a ese lugar, inmediatamente giraron sus miradas hacía mi lo que me sonrojó levemente.

— Hola hermosa..

— que bella eres..

— ¿Necesitas de un hombre fuerte?...

Cuando los piropos comenzaron a llover y los silbidos también me sonroje aún más..

— Y..yo bu.. busco a alguien — las palabras comenzaron a trabarse. En definitiva que torpe soy.

— ¿A quien, hermosa? — preguntó el de cabello rubio, se veía muy apuesto.

— P.. pues...

Una silueta masculina evitó que siguiera hablando y llamo la atención de todos los presentes.

— Dejen a la señorita chicos, ¿Dónde quedaron sus modales?.. — Era una voz  firme.

Al alzar mi mirada volví a perderme en esos ojos que anteriormente expresaban tristeza y sufrimiento, su mirada ya no era inocente, ni triste, ya no tenía ese brillo característico que poseía y está vez su rostro estaba totalmente impecable ya no estaba cubierto por la mugre de aquel terrible día, era él.

SOMBRAS DE GUERRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora