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Narrador Omnisciente.
El sol había desaparecido, dando paso a la luminosa presencia de la luna en el firmamento. El departamento yacía en completo silencio, al menos hasta que el sonido del timbre retumbó por toda la casa. El primero en reaccionar fue Enzo, quien tenía el sueño más ligero entre todos los presentes.
Dirigiéndose hacia la puerta, Enzo la abrió, permitiendo la entrada a un par de chicos más: Matías, Fran, Pipe, Malena, Agustín y Pau. Todos se dejaron caer en los sillones de la sala con un suspiro de alivio después de una larga jornada.
—¿Podrían hacer menos ruido la próxima vez? —se quejó Enzo mientras se frotaba los ojos, recién despertando.
—¿Durmiendo a estas horas? La edad ya te está alcanzando —Pipe soltó una broma mientras se acomodaba, subiendo los pies en la mesita.
—Baja esos pies.
—¿Y los demás? —preguntó Pau al no ver a nadie más.
—Supongo que están dormidos. Voy a despertar a Sonia —Pipe se levantó de su asiento, pero una mano lo detuvo.
—Tú irás a despertar a los chicos, yo voy a despertar a Silva —Enzo se adelantó, y sin esperar más, se dirigió hacia la habitación de la pelinegra. Golpeó suavemente la puerta, pero no hubo respuesta. Giró la manilla y entró.
Ahí estaba ella, dormida en una posición peculiar. La cabeza en la orilla de la cama, con los brazos extendidos en forma de estrella.
—Sonia, despierta —susurró Enzo, tratando de calmar sus brazos.
—Solo cinco minutos más —pidió ella, tapándose la cara con la sábana.
—Ya es hora de levantarse —insistió él.
—Ah, como chingas —se quejó, pero se levantó de un brinco. —No era para ti, perdóname —se disculpó rápidamente, provocando la risa de Enzo.
—Si no era para mí, ¿para quién era? Porque según yo, solo estamos tú y yo en la habitación —continuó burlándose, recibiendo un golpe en el brazo de Sonia. —Y para colmo, me atacas. Pensé que eras diferente.
—Te esperamos en la sala.
Fue lo único que dijo Enzo para después irse de la habitación, Sonia se maldijo por lo grosera que se había visto, fue a mirarse al espero para solo darse cuenta de que tenía el maquillaje arruinado, aunque le daba un poco de inseguridad, decidió dejar su cara limpia, sin nada de maquillaje o cosas por el estilo.
Ya cómoda, se dirigió a la sala, donde se encontró con varias personas las cuales no conocía, y a otras que había dejado de ver hace mucho tiempo, primero se dedicó en presentarse con Pau y Agustín, para después saludar a los otros dos chicos que le faltaban.
—Te extrañé tanto. Prométeme que no te volverás a ir — le dijo Fran en medio del abrazo.
—Yo también te extrañé. Y sobre lo de volverme a ir, no puedo prometerte nada — respondió ella, finalizando el abrazo antes de acercarse al chico que faltaba, quien no tardó en abrazarla.
