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Narrador Omnisciente.
La mañana había llegado a su fin, y con ella el sol comenzaba a esconderse lentamente. Enzo seguía en la sala con los chicos, pero su mente no estaba allí; quería estar con Sonia, pero sus amigos se mostraron muy insistentes en que la dejara descansar.
—Enzo, ¿estás bien? — le preguntó Kuku, pasando sus manos delante de su rostro para intentar llamar su atención.
—Estoy bien, no te preocupes — respondió, sin dejar de mirar al suelo.
—Algo está pasando. Sos callado, pero no tanto. ¿Acaso no hay confianza entre nosotros? — cuestionó. El uruguayo solo asintió con un movimiento de cabeza.
—Siento que algo está pasando. Sonia fue directo a su habitación, ni siquiera volteó a mirarme. Malena y Posca venían con los ojos llorosos. Es que no lo sé — confesó.
—No lo sé, Kuku. Solo... me preocupa Silva — admitió Enzo, sintiendo un nudo en la garganta al pensar en su novia. —No puedo evitarlo, solo quiero asegurarme de que esté bien.
Kuku le dio una palmadita en el hombro con comprensión. —Entiendo cómo te sientes, Enzo. Pero confía en que Malena y Rocco están cuidando de ella. Tal vez solo necesite un poco de espacio por ahora.
Enzo asintió, agradecido por las palabras reconfortantes de su amigo. Aunque la preocupación seguía pesando en su mente, sabía que debía confiar en que Sonia estaba bien.
—Tenes razón, Kuku. Solo tengo que tener fe en que todo estará bien — dijo, tratando de convencerse a sí mismo tanto como a su amigo.
Kuku le sonrió, mostrando su apoyo. —Exactamente. Y si necesitas hablar en cualquier momento, aquí estoy para ti, hermano.
Con un gesto de agradecimiento, Enzo asintió, sintiéndose reconfortado por la amistad y el apoyo de Kuku. Aunque la incertidumbre aún pesaba en su corazón, sabía que no tenía que enfrentarla solo.
