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Narrador Omnisciente.
Pasar tiempo con buenos amigos puede ayudarte a olvidar tus problemas, incluso si estás luchando con una enfermedad grave. Momentáneamente, dejas de lado tus preocupaciones y pierdes la noción del tiempo.
Se sintió atrapada en un torbellino de emociones mientras observaba a Enzo y a sus amigos disfrutar del momento. Por un lado, se sentía agradecida por tener a personas tan maravillosas en su vida, capaces de traerle alegría incluso en los momentos más difíciles. Pero por otro lado, el peso de su secreto pesaba sobre ella, amenazando con arruinar la felicidad del momento.
El miedo a la reacción de Enzo la atormentaba, haciéndola dudar de si debería revelarle la verdad o seguir guardando su sufrimiento en silencio. ¿Cómo podría decirle que su tiempo juntos estaba contado? ¿Cómo podría soportar ver la tristeza en sus ojos cuando se enterara?
Sonia sabía que no podía posponer la inevitable conversación por mucho tiempo. Necesitaba enfrentar la verdad, enfrentar el dolor y la angustia que vendrían con ella. Pero también sabía que no podía hacerlo sola. Necesitaba el apoyo de Enzo, su amor y su comprensión, más que nunca.
—¿Estás bien? — preguntó Malena, sentándose junto a ella.
—Me siento muy cansada, como si hubiera corrido un maratón con peso sobre mi espalda — respondió Sonia, tratando de sonar lo más tranquila posible.
—Supongo que es normal, por lo de la enfermedad. Sonia, no quiero obligarte ni que te sientas presionada por mí, pero deberías considerar tomar el tratamiento.
—Sabes lo que pienso, Male. Aceptar ese tratamiento es aceptar acabar entre cuatro paredes de un hospital, y es lo que menos quiero — Sonia deseaba poder cambiar la forma de ver las cosas de su amiga, pero no sabía cómo.
—Entiendo tu punto de vista, Sonia. Pero también quiero que consideres todas tus opciones. El tratamiento podría brindarte más tiempo, más momentos preciosos con las personas que amas. Sé que es difícil, pero no estás sola en esto. Estamos aquí para apoyarte en cada paso del camino.
Sonia bajó la mirada, sintiendo la lucha interna que la consumía. Sabía que Malena tenía razón, pero el miedo y la incertidumbre seguían nublando su juicio.
Malena se acercó más a Silva, su preocupación reflejada en sus ojos mientras observaba a su amiga con atención.
—Sonia, puedo ver que estás luchando. No puedo ni imaginar lo que debes estar sintiendo en este momento. Pero quiero que sepas que no tienes que cargar con esto sola. Estoy aquí para ti, pase lo que pase —expresó Malena con voz suave, su mano buscando la de Sonia en un gesto de apoyo.
—Male, no sé qué hacer. Siento que estoy atrapada en un laberinto sin salida. Si acepto el tratamiento, significa someterme a un proceso doloroso y agotador, con la incertidumbre de si realmente funcionará. Pero si no lo acepto, estoy condenada a vivir con el conocimiento de que mi tiempo se acaba, sin saber cuánto me queda —confesó Sonia, su voz temblorosa con la lucha interna que estaba enfrentando.
