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Narrador Omnisciente.
El camino de regreso fue tranquilo; en el avión, ambos se quedaron dormidos, por lo que no sintieron ni cuando llegaron. Solo lograron despertarse porque una señora les habló.
—Muchachos, ya llegamos a Argentina — les gritaba una señora de aproximadamente cincuenta años.
—Muchas gracias — agradeció Enzo frotándose las manos en su rostro, como queriendo terminar de despertarse. —Cariño, ya llegamos.
A pesar de hablarle a la chica, no respondía. Empezó a tocarle el hombro, pero comenzaba a desesperarse al no obtener respuestas.
—Sonia, te estoy hablando — siguió llamándole a la castaña.
—Señor, ¿todo se encuentra bien? — preguntó una azafata al ver su desesperación.
—Mi pareja no responde por más que le llamo — respondió, aún moviendo a la mexicana.
La azafata se acercó rápidamente, preocupada por la situación.
—Permítame ayudarla —dijo con amabilidad, inclinándose hacia Sonia y colocando una mano suavemente en su hombro.
Sonia finalmente abrió los ojos, parpadeando lentamente mientras se ajustaba a la realidad que la rodeaba. Miró confundida a su alrededor por un momento antes de darse cuenta de que estaban en el avión.
—Sí, ya estamos en Argentina. Parece que te quedaste dormida profundamente —respondió Enzo con una sonrisa, aliviado de verla despierta y consciente.
Sonia se estiró y bostezó, sintiéndose un poco aturdida por el sueño profundo en el que había caído. Se disculpó por su desorientación mientras la azafata les indicaba cómo prepararse para desembarcar.
—Gracias por despertarme —dijo Sonia, sintiéndose un poco avergonzada por su descuido.
—No hay problema, señorita. Espero que hayan tenido un buen vuelo —respondió la azafata con una sonrisa, antes de retirarse para atender a otros pasajeros.
Sonia y Enzo se levantaron de sus asientos y comenzaron a prepararse para salir del avión, emocionados por comenzar su regreso a Argentina. A pesar del pequeño susto, estaban listos para regresar a aquel departamento donde todo empezó.
Al llegar a la sala de espera, se encontraron con la pareja quienes ya los esperaban.
—Chicos, ¿qué tal el viaje? —preguntó Malena al estar frente a ellos.
—Bien, llevé a todos lados a Enzo. Quería estar más tiempo acá, pero ya necesitábamos volver —respondió Sonia, terminando de abrazarla.
—Sin duda, algún día tengo que regresar a México —comentó Enzo, ayudando a su pareja con las maletas.
