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Narrador Omnisciente

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Narrador Omnisciente. 

Los segundos se convirtieron en minutos, los minutos en horas, las horas en días, los días en semanas, las semanas en meses. El tiempo corría y lamentablemente no se detenía.

No había mejorías. Aunque algunas personas intentaban desanimarlos, ellos no querían perder la esperanza de que su amiga recobraría la conciencia, de que algún día ese coma solo sería un mal recuerdo.

Lo único bueno del momento era que Mateo ya había mejorado. Aunque ya lo habían dado de alta, él seguía día, tarde y noche en aquel hospital, sin despegarse de Sonia ni para comer.

Aunque Silva era la única paciente, sus amigos también se iban desvaneciendo poco a poco.

Malena lloraba cada vez que podía esconderse de los chicos. Ella cargaba con muchas cosas, por ser básicamente la mayor de todos ellos, sentía que debía ser fuerte por ellos.

Rocco era quien escuchaba a los demás, pero él también amaría ser escuchado. Es una persona que siente mucho, pero habla muy poco. Es algo que le juega en contra, pero solamente él sabe las razones por las que es así.

Matías no había quien lo calmara. Dejó de comer, bajando de peso en cuestión de días. No salía de su habitación si no era por ir a visitar a Silva. No hablaba con nadie más que con sus amigos más cercanos. No había un día en el que no observara fotos de ella, que no se pusiera a mirar aquel video que ella les había dejado.

Mateo era uno de los más afectados. Dejó de comer, no salía del hospital para nada, dejó de comunicarse con sus amigos. Solo dedicaba las 24 horas del día para estar al lado de Silva, admirarla y pedirle que abriera sus ojos.

Y si te preguntas, Vogrincic sí se alejó de ellos. Al principio le marcaba todos los días a Posca para saber si había una mejoría. Se mostraba preocupado, pero con el pasar del tiempo, todo eso se fue acabando. De un día a otro, las llamadas dejaron de llegar, no había mensajes de su parte. De hecho, se mostraba más activo en redes sociales, como si nada hubiera pasado.

La vida continuaba, pero para el grupo de amigos, el mundo parecía haberse detenido el día en que Sonia cayó en coma. Sus corazones y sus pensamientos estaban atrapados en un bucle de dolor y esperanza, aferrándose a la posibilidad de que algún día Sonia abriría los ojos y volvería a ser la chica llena de vida que todos conocían.

Una tarde en el hospital

Mateo estaba sentado al lado de la cama de Sonia, su mirada fija en su rostro sereno, aunque lleno de cables y tubos que mantenían su cuerpo funcionando. El reloj en la pared marcaba las horas, pero para él, el tiempo no tenía sentido.

—Sonia, por favor, despierta. No sé cuánto tiempo más podré soportar esto sin ti —susurró, su voz quebrándose—. Te necesito. Todos te necesitamos.

Matías, que había llegado a la habitación, se quedó en el umbral de la puerta, escuchando las palabras de su amigo. Aunque estaba demacrado y su semblante reflejaba la lucha interna, se acercó y puso una mano en el hombro de Mateo.

𝑰𝑵𝑺𝑻𝑨𝑮𝑹𝑨𝑴 // 𝑬𝑵𝒁𝑶 𝑽𝑶𝑮𝑹𝑰𝑵𝑪𝑰𝑪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora