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Narrador Omnisciente.
"Señoras y señores, nos estamos aproximando a nuestro destino. Por favor, regresen a sus asientos y abróchense los cinturones de seguridad"
Fue el sonido que logró despertar a Sonia, después de un largo y cansado viaje, para ser verdad. Se la pasó teniendo pesadillas, o tal vez un mal presentimiento. A pesar de intentar pensar en otras cosas, nunca se le pasaba.
Después de unos minutos, el avión ya había aterrizado. Veía cómo todos hacían fila para bajar, mientras que ella solo se podía detener a mirar el móvil. No había ningún mensaje de él. Se sentía olvidada.
En un abrir y cerrar de ojos, ya se encontraba en un taxi en camino al hotel. Su mente estaba perdida, no había un pensamiento como tal. Solo quería llegar a llorar y poder sacar todo lo que tuvo que esconder mientras los chicos la miraban.
El taxi avanzaba por las calles de la ciudad, pero para Sonia, el tiempo parecía detenerse. Estaba sumida en un mar de pensamientos turbulentos y emociones encontradas. La ausencia de un mensaje de Enzo solo intensificaba su sensación de abandono y preocupación.
El paisaje urbano pasaba frente a ella como un borrón mientras se aferraba al móvil, deseando desesperadamente que apareciera alguna señal de Enzo. ¿Por qué no había recibido ningún mensaje de él? ¿Acaso se había olvidado de ella? Las dudas y temores la atormentaban, haciendo que las lágrimas amenazaran con desbordarse en cualquier momento.
Finalmente, el taxi llegó al hotel y Sonia salió de él con paso vacilante. Las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos mientras se dirigía hacia la recepción. No quería llorar, pero ya no podía contener la oleada de emociones que la invadía.
La recepcionista la miró con preocupación cuando vio las lágrimas en los ojos de Sonia, pero la joven solo asintió débilmente cuando le entregaron la llave de su habitación. Subió en silencio en el ascensor, sintiendo como si el peso del mundo descansara sobre sus hombros.
Al entrar en la habitación del hotel, se dejó caer en la cama y finalmente dejó que las lágrimas fluyeran libremente. Sollozó en silencio, liberando todo el dolor y la angustia que había estado acumulando durante el viaje. En ese momento, solo deseaba tener a Enzo a su lado para consolarla, pero se sentía más sola que nunca.
Sonia se sumergió en la cama, abrazando una almohada mientras las lágrimas empapaban las sábanas. Cada pensamiento, cada temor, parecía pesar sobre ella como un lastre imposible de ignorar. Se sentía perdida en un mar de emociones, anhelando desesperadamente la presencia reconfortante de Enzo.
El sonido de su móvil rompió el silencio de la habitación, y Sonia se apresuró a revisarlo, con la esperanza de encontrar un mensaje de Enzo que aliviara su angustia. Sin embargo, solo encontró notificaciones irrelevantes y mensajes de personas que no eran él. Una sensación de desesperación la invadió, haciéndola sentir aún más sola y abandonada.
