Capitulo 6.

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"Huellitas de gato"

Al llegar a la cafeteria, ambos entraron, uno más emocionado que otro.

¿Es la primera vez que viene aqui? –cuestionó el rubio con cierta risa, el mayor se veía demasiado emocionado, como un niño pequeño.

Vengo todos los sabados. –respondió apenado por su actitud. –pero la emoción de ver nuevos gatos siempre es la misma.

Terminó por decir cuando ya se habían sentando en una mesa a lado del ventanal que daba hacia las camas de los gatitos.
Una pequeña risita salio de los labios del australiano. Sin duda el mayor adoraba a los gatos.

Lo comprendo totalmente. –asintió –En Australia; las calles están llenas de gatitos. Siempre que veo uno nuevo por la vecindad, no puedo evitar emocionarme por el nuevo integrante en la pandilla.

Contó con una sonrisa enternecida al recordar aquellos gatitos que llegaban de vez en cuando a su puerta por comida y mimos. Cada día uno nuevo, de distintos colores y tamaños.

Yo no podría ser más que feliz ahi. –afirmó. –Deberíamos ir ordenando, antes de que llegue más gente al restaurante. –comentó con pena de interrumpir su conversación.

–¡Claro! Hay que darnos prisa antes de que lleguen más personas y nos ganen a los gatitos.

Llamaron al mesero para pedir ambas ordenes.
El pecoso ordenó un pastel de queso con chocolate junto con un latte y el coreano una orden de sandwiches con un café amargo.
Mientras ambos esperaban su comida, Felix se dispuso a observar con más detenimiento el establecimiento.
Dos paredes eran de morado claro, mientras que las demás estaban pintadas de azul cielo.
Había formas de cabezas de gatitos dibujadas con pintura blanca por todo el lugar, junto con pequeñas huellas de los mismos.
La iluminación era cálida, se podía sentir un ambiente cómodo y calientito, como si fuera la casa de una abuelita amorosa.
Las mesas eran de madera, y por encima, tenían floreros como adornos. Margaritas.
A simple vista era un lugar sencillo, pero que sin duda era cómodo y tranquilizante.
Entendía porque venía seguido su mayor.
El ambiente se sentía como casa.
Hace tanto que no se sentía así.

Un suspiro salió por si solo. A veces le costaba no pensar en su solitaria vida.

¿Te gusta el lugar? –el mayor interrumpió sus pensamientos.

Me encanta. –respondió con ternura, achicando ambos ojitos. Evitando lo que antes pensaba.

Cuando era pequeño solía venir aquí todos los sábados con mis abuelos. Ellos me hicieron amar a los gatos. –comenzó relatando.

Ambos ojos miel del rubio, se dirigieron al mayor. Poniendo toda su atención en el.
Sus orbes chocando, manteniendo el contacto visual en todo momento, como si se atrajeran como un imán inevitablemente.

Ellos solían donar dinero y comida a la tienda. –recordó. Espero que los gatos más viejos aún los recuerden. –comentó sonriendo.

Estoy seguro de que si. –respondió devolviendo la sonrisa. –¿cómo podrían olvidar a sus heroes?

Estoy seguro que los recuerdan por la comida.

Ambos rieron al unísono, y su plática siguió amena.
Después de un rato; ambas ordenes llegaron, y cambiando de tema siguieron conversando.

–¿Que hay de ti Yongbokk? –con curiosidad y después de darle una gran mordida a su sándwich, preguntó. –¿Que hacías en Australia?

The winter we fell in love ◌ (StrayLix)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora