13. Advertencia.

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NUEVO CAPÍTULO.

Pov ____________.

—¿Tú que harías en mi lugar?

Rechazarlo —respondió con desdén mientras limaba sus uñas—. Amiga, no olvides que te rechazó frente a los nerds y que esos idiotas corrieron el rumor —asentí—, agh, lo recuerdo y tengo ganas de tomar un vuelo a Francia solo para golpearlo.

—Te extraño mucho, Leah —lloré falsamente y ella no demoró en imitarme.

Vuelve —pidió con un puchero.

—Seguire intentándolo —afirmé sonriente y asintió—, aunque papá ya compro una casa y es cómoda.

No te dejes engañar —me señaló con recelo—, si vives igual que en Londres, entonces regresa a Londres. Al menos aquí tienes amigos y pijamadas.

Sé a lo que se refiere. Vivir sola. Damián, Anton y Leah me hacían compañía la mayor parte del tiempo. También Jess y Aeon. Las extraño tanto.

¿Y papá dónde está ahora?, ah, sí. Trabajando.

[...]

Permanecí de pie a mitad del parque central, analizando a las personas que me rodeaban. Familias, parejas, amigas y amigos. La policía deambulaba por la zona, generando "seguridad".

Inhalé profundo y me acerque a un grupo de chicas.

—¡Hola! —saludé y me miraron—, mi nombre es...

—¿No tienes amigos? —cuestionó una rubia con ojos miel, riendo bajo—. Tienes veinte minutos parada a mitad del parque, ¿o acaso te dejaron plantada?

—Uy no —negó otra chica de cabello cobrizo—, no pienso pegarme tu mala suerte.

—¡Yo tampoco!

Las cuatro chicas se fueron prácticamente corriendo, dejándome sola.

—¿Qué edad tienen? —susurré para mí con molestia. Eso fue demasiado infantil y...humillante—. ¡No esperaba a nadie! —grité a la nada y suspiré con un puchero.

Me encogí de hombros y avance unos pasos hacia la fuente. Me senté en el borde y vi fijamente el cielo azul.

Me crucé de brazos, indignada.

—Todo es más fácil en Londres.

—No opino lo mismo.

Dejé de mirar al cielo cuando me respondieron, giré la cabeza y vi a un pequeño niño; jugaba con un barco sobre el agua medio cristalina.

—¿Viviste en Londres?

—Un tiempo —afirmó—, pero nunca obtuve lo que quise.

—¿Y qué era eso?

El menor dejó de mirar la fuente para verme.

—Una corona —contó con media sonrisa—, edición limitada que se encontraba solo en las tiendas de Londres.

—¿De alguna caricatura?

—Sí —un puchero se formó en sus labios—, mis amigos si la consiguieron.

—Ouh, es una...lástima —palmeé su cabeza.

—¿Y tú qué hacías? —cuestionó.

—Intenté socializar y...fracasé.

El niño se puso de pie y negó con desaprobación.

—Esas chicas fueron groseras, no les tomes importancia —sacudió su pantalón y tomó su barco—. Debo irme.

Softcore 《Félix Graham y tú》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora