10. Agradecimiento.

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Pov Félix.

Cuando _____________ se desmayó, la tomé antes de que su cuerpo impactará contra el suelo, la sujete con firmeza para cargarla.

—Duusu.

—¿Si? —apareció frente a mi la kwami azul, al ver a la chica en mis brazos, llevó sus patitas a su boca—. ¿Qué le pasó?, ¿estará bien?

—La llevare con su padre —la kwami asintió—. Duusu...

—¡Hey! —a unos metros de mi aterrizó Chat Noir, se acercó más, mirando a la chica en mis brazos—. Yo me encargo.

—No —retrocedí unos pasos, negando levemente—. Yo lo haré.

El héroe rubio me miro con seriedad.

—Ella nos salvó a todos, debo llevarla a un sitio donde pueden curar su herida —extendió sus brazos a mi, sin dejar de verme con seriedad.

—La llevare con su padre.

Chat Noir suspiró.

—No te lo pediré una segunda vez.

Ante su advertencia, frunci mi ceño, irritado.

—Mientras ustedes discuten, ella pierde sangre —refunfuñó Ladybug seguido de aparecer ante mi, me quitó a ____________ y lanzó su yoyo para marcharse de inmediato con la pelinegra.

Apreté los labios, mirándola irse.

—La cuidaremos mejor que tú —murmuró el rubio para irse por el mismo camino que la azabache.

—Imbécil —gruñí molesto.

—¿Ella era tu novia? —preguntó Duusu y mi molestia se desvaneció.

—No —respondí con recelo.

—Oh, es que demostraste mucho interés y valentía para salvarla —la pequeña kwami chilló desde su escondite—. ¡Eso es amor verdadero!

—Guarda silencio, Duusu —espeté con indiferencia, caminando de vuelta al colegio, donde esperaba el auto de mamá.

***

—¿Puedo pasar? —deje de mirar mi libreta para ver a mamá—, ¿te dejaron mucha tarea?

—No, pero, debo ponerme al corriente con los apuntes —señalé la libreta de Adrien—. ¿Qué pasa?

—Quería hablar sobre tu hazaña de esta tarde.

Bufé, volviendo a mi escritura.

—Solo ayudaba a una heroina —mostré desdén—, nada del otro mundo.

—Para alguien que te conoce a la perfección,  eso sí es de otro mundo —mamá se sentó sobre la cama, mirándome con una sonrisa—. Estoy orgullosa de ti, por haber sido valiente.

—Era la única que podía salvarnos, sin ella habríamos muerto ya —pronuncie sin dejar de escribir—. ¿Saldremos a cenar?

—¡Claro! —se puso de pie con alegría—, conozco el sitio adecuado.

—Está bien —cerré las libretas para dejar un rato mis estudios.

~~~

—He de admitir que me sorprende que hayas insistido con mudarnos a Francia —comentó mamá con indiscreción. Haciendo que me atragantara con un trozo de zanahoria. Mamá río—. Tranquilo, tengo una teoría.

—¿Ah, sí? —inquirí y asintió—. ¿Cuál?

—Pues...

En ese instante dejé de mirar a mamá, centrando mi atención en la chica que caminaba como si nada hacia una mesa. Se sentó y la atendieron de inmediato.

Softcore 《Félix Graham y tú》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora