Caminamos unos pasos y se gira acorralándome contra la pared, veo sus ojos oscurecerse.

—Dame una razón para no besarte ahora —dice más hablando consigo mismo que conmigo—. Por favor, dame una razón—. Noto una lucha interna y me pregunto por qué será.

—No la tengo —respondo sincera—. Quiero que me beses.

Antes de que pueda ver la reacción a mi respuesta, siento sus labios sobre los míos, percibo su leve sabor a cerveza cuando abre su boca, su lengua roza la mía. Me entrego al beso subiendo mis manos hacia su cuello; él posa sus manos en mi cintura. Tiro suavemente de su cabello y lo escucho gruñir levemente. Comienza a acariciar mi espalda cuando muerde levemente mi labio inferior, un gemido de placer brota de mi boca. Nos separamos lentamente, respirando con dificultad. Apoya su frente sobre la mía acariciándome la mejilla.

—Eres hermosa —me dice dulcemente. Lo cojo del cuello y comienzo a depositar besos ahí, moría por probar su cuello. Alex gime suavemente y lo miro a los ojos. Me regala una sonrisa.

—Deberíamos entrar está empezando a refrescar.

—Mierda, lo siento ¿Tienes frío? —me sorprendí al escucharlo maldecir.

—Todo lo contrario —respondo coqueteando con él.

—Dios, Ayra vas a volverme loco —escucharlo llamarme por mi nombre hace que todo esto sea más irreal, si es un sueño no quiero despertarme todavía—. Voy a pensar en ti toda la semana.

—No lo creo, tienes una boda que planear —cambia automáticamente la cara y se aleja un poco. Me arrepiento al instante de haber sacado el tema.

—Ana rompió bolsa —grita Will desesperado lo que nos obliga a alejarnos uno del otro —. Mierda, mierda, mierda no debería haberles hecho caso a ninguno —dice gritándole a Henry que trata de tranquilizarlo.

—¿Dónde dejaron el auto? —digo tratando de no desesperarme con ellos.

—No lo trajimos, porque era una muy buena idea beber hasta perder la conciencia con una prometida a punto de dar a luz —grita Will en su desesperación.

—Los llevo —dice Alex a mi lado y saca su teléfono para enviarle indicaciones a alguien.

—Gracias, su alteza —le dice Will y por poco se pone a besarle los pies. Henry rueda los ojos a nuestro lado y nos subimos a su coche.

—¿A donde la llevaran? —pregunta Alex una vez que aparca en la entrada de la casa.

—A la residencia —dice Henry.

—¿Qué? ¿Están seguros de que llegará bien? ¿no hay otra alternativa? —dirige su mirada hacia mí y me remuevo incómoda.

—Bienvenido a la realidad, su alteza —dice irónico Henry mientras baja del auto para ayudar a Will.

—Los llevaré —le dice Alex bajando la ventanilla para que lo escuchara Henry y este asiente dándole las gracias.

Una vez que Ana sube al auto la mirada de desesperación en su cara me pone demasiado nerviosa, y Alex conduce rápidamente de camino hacia la residencia. De camino llamamos a Leila para avisarle que estábamos llegando en una hora. Para nuestra suerte llegamos con el tiempo justo al hospital pero por complicaciones tuvieron que sedar a Ana y no dejaban entrar a Will quien estaba a punto de perder la cordura.

—Si algo les sucedería de urgencia —dice Alex a mi lado, quien había insistido en quedarse para asegurarse de que la madre y el niño estuviera bien.

—Tenemos a alguien quien da cuidados básicos, en caso de urgencias acudimos a él y si es algo más grave, hacemos lo posible por llegar hasta aquí —le digo ahora confirmando que no tiene ni idea de cómo su madre maneja las cosas, ni como son la vida en los pueblos.

—Eso es una mierda —maldice, cuando nuestras miradas quedaron fijas en el jefe de Leila quien se asombra al verlo aquí.

—Su alteza —le dice nervioso.

—Max, cabrón, tanto tiempo —dice abrazándolo con una sonrisa.

—Casi tres semanas sin ver tu cara por aquí, demasiado tiempo diría yo —le dice amablemente y con algo de cariño.

—Ella es Ayra. Ayra, este es mi salvador Max —dice y le tiendo una mano nerviosa —. Estamos aquí porque su amiga está dando a luz —dice Alex carraspeando y suelta mi mano.

—Un placer —me dice y solo asiento nerviosa.

—Iré a ver como va todo, no tienen nada de qué preocuparse —dice tranquilizante.

Max vuelve unos minutos después a asegurarnos que todo está bien y que la estaban trasladando a Ana a una habitación y que Will ya podía ingresar a ver al niño. Después de unos minutos salió de la habitación y nos contaba con el mayor orgullo de lo chiquito y especial que era su hijo y me invade la emoción por ellos, contuve mis lágrimas mientras nos hablaba de cómo se encontraba Ana.

—Quiere verlos —dice Will y Alex se despide de mí—. También pidió verlo a usted, su alteza —le dice Will.

—Solo Alex, por favor —le dice este asintiendo.

Cuando ingresamos a la habitación, Ana hace su mayor esfuerzo por sonreír y nos asegura que se encuentra bien, me acerco a la pequeña cuna en la habitación y Alex se separa de mi lado yendo hacia Ana, quien le agradeció por haber estado en el momento justo y este se disculpa por no haber echo algo mas. Tomo en brazos al pequeño que todavía estaba sin nombre, Alex se acerca hacia mi lado y acaricia suavemente su manito, lloro de felicidad con el pequeñín en mis brazos.

—¿Todavía no tiene nombre? —pregunta Henry quitándolo de mis brazos.

—Clay —dice Ana y toma por sorpresa a Alex, quien se encuentra ahora incomodo.

—Pequeño Clay, tienes una salida programada con tu tío a la taberna —le dice Henry y los padres ruedan los ojos —. Amigo, estaba ahí con Beth y tuve que dejarla porque a tu padre le iba a dar un ataque con la llamada de tu madre —le dice meciendo al bebe y ruedo los ojos. Sin dudas no dejaría a mis hijos al cuidado de Henry.

—Yo debería irme —dice Alex a mi lado, se despide de todos y camino con él hacia la puerta del hospital.

—Espero volver a verlo, su alteza —le digo y me mira incómodo. Sin dudas todo el progreso de esta noche lo había echado a perder, solo que no sabía en qué momento.

—¿Segura que no quieres que te lleve a casa? —me vuelve a preguntar.

—Nos llevaremos el coche de Leila.

—Adiós Ayra.

—Su alteza —digo en saludo y lo veo caminar hacia el auto aun mal estacionado en la entrada. 

El precio del silencio (en proceso de edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora