3: Nuevos comienzos

11 1 28
                                    

Jules

-Si quieres flores en invierno deberías llevar Astilbe rojo o Budelia. Soportan hasta menos veinte grados.

Me di media vuelta para ver quien me hablaba. Una chica pelinegra, de piel muy blanca, ojos grises y rasgos delicados, me miraba con media sonrisa.

-Lo siento, no me presenté -estiró la mano y le devolví el gesto-, soy Sophie. Te vi dudar y supe que no eras de aquí y tal vez necesitabas algo de ayuda.

-Jules -me presenté-. ¿Tanto se nota?

-Solo un poco.

Tenía razón, durante al menos veinte minutos había estado mirando las plantas sin saber qué hacer. En mi casa solía tener un jardín muy colorido al cual le había dedicado mucho esfuerzo y cariño. Hubiese querido traérmelo en una cajita para observarlo cada día.

-Entonces llevo cuatro de las rojas, dos Budelias y semillas de césped.

-Excelente elección. Ven te cobraré en caja.

-¿Eres la dueña? -pregunte curiosa, mientras la seguía.

-No, tal vez lo sea en un futuro. El vivero es de mi abuela. Suele recordarme a un hada de jardín, todo el día entre flores y helechos. ¡Eso! Deberías llevar un helecho. Te traeré uno, tómalo como regalo de bienvenida.

Se retiró a buscar la planta, dejándome con una sonrisa. Esa chica emanaba alegría y entusiasmo.

-Aquí esta, ¿podrás llevar todo?

-Quizá deba hacer dos viajes ­-mire el auto-. Dudo que quepa todo.

-Puedo pedirle a un amigo que te lo lleve.

-Claro, si no es mucha molestia.

-No, para nada -me extendió un pequeño papel amarillo-. Es mi número, por cualquier cosa que necesites. Incluso si quieres tomar un café.

Anoté mi dirección en otro papelito que me dio y se lo alcancé.

-Muchas gracias, eres muy amable -le agradecí con sinceridad.

Luego de despedirme salí del lugar rumbo al almacén central. Estaba ubicado en la única calle principal, a dos cuadras de aquel pintoresco vivero. Parecía acogedor, como de película. Revestido en madera y piedra, muy similar a toda la arquitectura del pueblo. En el pequeño vidrio de la puerta relució un papel brillante azul.

"Se busca persona con estudios en marketing para el centro de actividades de montaña"

Quise saltar de la alegría. Claro que iría a presentarme. Había estudiado marketing al terminar el instituto porque no sabía qué hacer. al final termino gustándome y comencé a trabajar en ello.

Las campanillas de la puerta sonaron cuando entré. Recorrí las estanterías llenando el pequeño cesto de alimentos, algunos productos de limpieza y un vino, este último era para agradecerle a Sophie por la planta. Parecía ser una chica muy buena, y si quería comenzar una vida nueva, lo mejor era hacerlo con las personas correctas.

En la parte de jardín, agregué unos guantes, un pequeño kit, de pala y rastrillo mini y un pequeño aspersor con manguera para regar.

Al salir de la tienda cargué todo en el auto y me dispuse a volver a casa, por si el amigo de Sophie me llevaba las plantas. Conecte mi celular al estéreo del auto y cuando la canción estaba por comenzar, fue interrumpida por una llamada.

"Llamada entrante de mamá"

-¡Hola mamá! ¿Cómo estás? -contesté con felicidad.

-¡Hola mi niña! Bien y vos ¿Cómo es todo allá?

Once de OctubreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora