12: Llegada inesperada.

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Jules

El corazón me latía con fuerza. Estaba ahí, frente a mí. Me dio abrazó cálido y reconfortante. Como si el tiempo no hubiese pasado entre nosotras. Las lágrimas comenzaron a escurrirse por mis mejillas.

—Extrañaba a mi hermana y dije ¿por qué no visitarla?

No podía creerlo. La sonrisa radiante y la mirada brillante por las lágrimas, reflejaban la emoción de volver a vernos.

—¡No sabes cuánto te he extrañado!

—¡Qué alegría me da verte, Jules!

Ya habían pasado dos meses desde mi mudanza, pero Jena y yo nunca nos habíamos separado por tanto tiempo. Solíamos salir a correr por las mañanas, luego, cada una volvía a su casa y los sábados era una regla inquebrantable, la dichosa "noche de chicas". Aunque hablábamos casi todos los días por teléfono, no era lo mismo, la sentía lejos.

Su mirada viajó atrás de mí y luego me escaneo. En la emoción de verla había olvidado un pequeñísimo detalle, que Blake estaba en casa y yo solo llevaba su hoodie.

—¿De dónde sacaste este muñeco, Jules?

Mierda. Mierda. Mierda. Sentí mis mejillas calentarse.

—¡Jena!

Blake sonrió divertido.

Le había hablado varias veces de mi hermana, pero ¡Ni siquiera llegué a pensar que vendría!

—Lo siento cuñada, mi corazón ya tiene dueña.

Iba a morir.

—¿Es tu novio? ¿No me lo has contado? ¿Sabes cómo eso me hace sentir? —cuestionó con su drama fingido.

—Es mi amigo.

Él me dedicó una mirada cómplice llena de picardía.

—¿Somos amigos, Jules?

Pisé su pie como señal de que cerrara la boca.

—¡Ay un gatito! —las manos de mi hermana tomaron mis hombros, para correrme de la puerta—. Oye cuñado ¿puedes entrarme las maletas? —preguntó mientras abrazaba con fuerza a Chocolate.

—¿Ves? Ya me acepto.

—Ya y por eso llevaras su equipaje hasta mi habitación.

—No sabía que los insectos eran tan terribles aquí —murmuró divertida mirando mi cuello—. No has perdido el tiempo de tirártelo, dame esos cinco.

Rodeé los ojos.

­—¿Quieres desayunar? Hay muffins y café.

—Oh claro que si ¡Estoy muerta de hambre!

Nos dirigimos al desayunador. Blake entro unos segundos después y se acercó a mí.

—¿Tienes otra cama?

—No, aun no armé el cuarto de invitados, no creí tener visitas tan pronto.

—Por la tarde te traeré una.

—Que amable eres cuñado cuyo nombre no sé, porque mi querida hermana no ha tenido la cortesía de presentarnos.

La fulminé con la mirada mientras que Blake contenía una carcajada.

—Jena él es Blake. Blake ella es Jena.

—Es todo un gusto.

—El gusto es mío, cuñada.

El celular de Blake volvió a sonar por segunda vez en la mañana, pero esta vez no se movió para atender.

—¿Qué sucede ahora, Seth?

Once de OctubreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora