CAP. 4 "EL SITIO"

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Volvió al automóvil puso música y comenzó a cantar, pasaron horas hasta que recibió la llamada de Javier para que lo recogiera en la entrada de la mansión. Al subirse al auto Javier le dijo a su chofer.

–Tengo hambre, párate en algún lugar de comida rápida, por favor.

–¿En serio? –preguntó Adelaida dudosa.

–En serio –respondió él muy firme.

–Bueno, como usted ordene.

Llegaron a un local de hamburguesas, él le dijo que pidiera para ambos y le dio su tarjeta para que pagara, se estacionaron para comer y él de pronto le preguntó:

–¿Siempre cantas para pasar el rato?

–Sí, oyéndome no me siento sola y usted, ¿siempre espía a sus choferes?

–Por mi seguridad hay cámaras de vigilancia y un equipo de respuesta inmediata cuando estoy fuera de Los Ángeles.

–¿Equipo de respuesta inmediata? Y por qué no me había dicho que nos están vigilando.

–Porque no lo consideré necesario, pero están muy cerca. Hoy estuviste un buen rato fuera del automóvil.

–Me fui a conversar con otros choferes y también hice una llamada telefónica.

–¿A quién?

–No es mi obligación decirle a quien llamé.

–¿Tienes novio?

Adelaida solo sonrió y suspiró profundamente, lo cual sorprendió y molestó a Javier, quien hasta ahora solo había obtenido indiferencia de esa mujer. Terminaron de comer, Adelaida se deshizo de la basura, abrió las ventanillas, limpió sus manos con toallas húmedas, comió una menta, le ofreció a él toallas y menta, finalmente roció ambientador en el auto, todo bajo la atenta mirada de su jefe quien no perdió detalle de sus acciones y no pudo evitar decirle:

–Eres... especial.

–No jefe, solo quito el olor a comida de nosotros y del auto, ¿al hotel?

–Sí, vamos al hotel, mañana regresamos a casa.

El resto del trayecto Javier no apartó la mirada de su chofer, quien se percató de la observación de su jefe más no se dio por enterada, iba tarareando muy bajito para disimular.

Javier Durán se preguntaba qué le estaba pasando con su chofer, sentía simpatía y admiración por esa chica, era diferente y si bien había notado que era una hermosa y deseable mujer, no quería solo "estar con ella", en realidad quería conversar largamente con ella, saber a quién quería, a quién llamaba, en quién pensaba, era otra clase de chica y le estaba gustando que fuera así.

Adelaida cruzó brevemente su mirada con la de su jefe y comenzó a fingir que no se había dado cuenta de que tenía sus ojos puestos en ella, estaba satisfecha de esa reacción, eso era lo que quería; intrigarlo, interesarlo, hacerlo fijarse en ella.

Todo iba según lo planeado, con algunas excepciones muy pequeñas, tales como que le gustaba el lado "humano" de su jefe; cuando se bajaba de su pedestal y pedía comer comida rápida, cuando decía "por favor" o le daba las gracias por algo y cuando conversaba sin poses, ese Javier le gustaba mucho.

***

A la mañana siguiente la despertó una llamada telefónica de su jefe:

–Dígame jefe.

LA CHOFERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora