CAP. 14 YA NO ME DEBES

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Javier llegó a la cocina vestido con un traje hecho a la medida que destacaba perfectamente su esbelta y elegante figura, Catalino y Adelaida tuvieron la misma reacción, se callaron y saltaron de las banquetas para quedar muy serios y de pie delante de esa hermosa presencia.

–¿Nos vamos? –preguntó dirigiéndose a la chofer.

–Sí, si claro, vamos.

–Adiós Adelaidita, un placer verte.

–Igual Lino, cuídate.

Adelaida apuró el paso y se adelantó para abrirle la puerta a Javier, quien entró y cuando ella tomo asiento él le dio una dirección donde recogerían a su acompañante de esa noche.

"¿Acompañante?, ya viene mi tortura" –pensó Adelaida con desconsuelo.

Al llegar a la dirección, él se bajó para recibir a la chica, Adelaida la reconoció como "la mujer que prefiere las limosinas", una vez acomodados Javier le dijo a dónde iban, el tiempo de espera y que le avisaría para regresar, ella asintió en silencio a cada indicación.

Para no pensar mientras esperaba, Adelaida leyó detenidamente una revista, incluyendo los mensajes publicitarios, página por página, con música de fondo, cuando recibió el aviso acordado, pasó a buscarlos, venían muy sonrientes comentando todo, Adelaida preguntó:

–¿Adónde vamos?

"Al sitio no, al sitio no" –repetía en su mente suplicando.

Javier la miró profundamente por el espejo retrovisor, entrecerrando los ojos, ladeando la cabeza y con una media sonrisa, era toda una imagen maquiavélica, entonces respondió:

–Al sitio.

Adelaida hizo acopio de todas sus fuerzas para no demostrar absolutamente nada, se encontraba bajo la mirada de Javier, por lo que decidió subir el vidrio de separación, pero casi enseguida Javier lo bajó diciendo:

–No es necesario.

En "el sitio" se bajó, abrió la puerta y cuando la pareja estuvo afuera, Adelaida dijo con toda intención:

–Hasta mañana, ¿a qué hora necesita de mis servicios?

El primer impulso de Javier fue decirle que lo esperara, pero al ver su cara supo que ya la había herido lo suficiente por ese día, por lo que se limitó a contestar:

–A las siete en punto, por favor.

Adelaida asintió sin levantar la mirada, rodeo la limo y se alejó lo más rápido que pudo. Javier quedó con un sabor amargo, el castigo para Adelaida lo era para él también cuando veía su semblante desencajado por sus acciones, subió al apartamento y procuró aliviar rápido a la chica, pero el rostro de Adelaida en su mente se lo impedía, finalmente su acompañante se durmió y él pasó el resto de la noche sentado en el sofá de la sala contemplando la banqueta donde había besado a Adelaida esa misma tarde.

***

A las siete de la mañana se encontró con la chofer que lo esperaba con la puerta de la limosina abierta, estaba más seria que de costumbre, no lo miró y al estar frente al volante le preguntó:

–¿A la oficina?

–Sí, a la oficina, estaré allí todo el día, puedes recogerme a las seis de la tarde.

–De acuerdo.

Adelaida se fue a su apartamento, agradecía el día libre porque no había dormido nada pensando en Javier pasando la noche con otra mujer, fue muy cruel su comportamiento.

LA CHOFERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora