LA CHOFER

CAP. 13 VOLVER A SER SU CHOFER

 Adelaida continuaba en su trabajo como chofer de limosinas, su corazón daba un vuelco cuando la enviaban a la zona donde Javier tenía su casa o cuando pasaba frente a su edificio de oficinas, en esos momentos pensaba que no le sería fácil olvidarlo y casi había perdido las esperanzas de volver a estar con él, ya que la última vez que se vieron su actitud fue tan fría que lloró amargamente por mucho rato.

Una noche le dieron una dirección donde debía recoger a una pareja y trasladarlos a un evento muy importante, esperarlos y devolverlos al lugar de origen, llegó al sitio, se bajó para abrir la puerta de los pasajeros y contuvo la respiración cuando vio avanzar hacia ella a una pareja vestida de gala.

Él era Javier Durán acompañado de una impresionante rubia que llamó la atención de las personas que caminaban cerca, era una mujer muy bella aunque un poco mayor que él, sintió los ojos de Javier clavados en ella, más desvió la vista, se limitó a dar las buenas noches y cerró la puerta del vehículo una vez que la pareja tomó asiento.

La chofer aspiró una gran bocanada de aire y rodeó la limosina para tomar el puesto del conductor, comenzó a manejar hasta el lugar del evento y luchaba consigo misma para no ver el interior de la limosina por el espejo retrovisor, sentía que las manos le sudaban, se sabía observada, aceleró discretamente para acortar lo más posible el tiempo del recorrido.

Al llegar se detuvo y nuevamente se bajó para abrir la puerta y facilitar el descenso de los pasajeros, tenía la mirada en sus zapatos para no encontrarse con los ojos de Javier, fue la rubia la que habló para asegurarse de que los esperaría y ella le confirmó que allí estaría cuando salieran.

Al cabo de unas horas recibió el aviso de que estaban saliendo y se apresuró a buscarlos donde los había dejado, una vez ubicados, oyó la voz ronca y profunda de Javier que le dijo:

–Vamos a la dirección donde nos recogió para dejar a la dama y luego me llevará a mí.

Adelaida se sacudió, tendría que estar a solas con él y le daba miedo. Llegaron al lugar donde se bajaría la rubia y salió para abrirle la puerta, le pareció ver que se daban un beso de despedida y lloró internamente, al estar de nuevo frente al volante, Javier le dijo que lo llevara a "el sitio", le pareció que su tono era burlón. "¿Qué pretende?, ya fue suficiente verlo besándose con la rubia", no le respondió solo condujo en silencio mordiéndose los labios.

Javier no tuvo paz desde que la vio frente a la limosina, sintió que su pulso se aceleraba y aunque trataba de disimular no podía quitarle los ojos de encima a Adelaida, la rubia era una buena amiga que le presentaría esa noche a varios importantes empresarios japoneses con quienes quería hacer negocio, al despedirse solo fue un leve roce en los labios, siempre era así, hacía mucho tiempo que habían estado juntos, pero de la forma más adulta posible siguieron siendo amigos sin volver a involucrarse sexualmente.

Ver a la chofer había desatado sus bajos instintos, quería abrazarla, besarla y al mismo tiempo castigarla por jugar con él, por traicionar su confianza, por haberlo hecho enamorarse perdidamente de ella, al llegar a "el sitio", la chofer frenó y fue a abrirle la puerta, cuando él se bajó quedó de pie frente a ella y casi susurrando le dijo:

–¿Quieres subir?

Adelaida abrió mucho los ojos y lo miró incrédula, su garganta se secó y no podía articular palabra, los latidos de su corazón resonaban en su cabeza y se preguntaba mentalmente "¿qué está pasando?, ¿qué quiere conmigo?", en un rápido movimiento Javier retiró el gorro del uniforme de su cabeza y liberó su melena, la tomó por la nuca y la besó demandante, abriéndose paso con su lengua, invadiéndola.

La chofer sintió que sus piernas se doblaban, se sostuvo de la puerta y él se recargó sobre ella con todo su peso, respiraba profundamente y sus brazos la mantenían pegada a él firmemente, la fue soltando lentamente y sobre su boca expresó: