Ángel de nieve.

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Los padres de Aiden llegarían mañana. Al pelinegro no le incomoda estar con sus padres, pero no ha hecho nada de lo que le encargaron. No ha practicado las tácticas con armas, no ha resuelto los ejercicios y tampoco ha acabado con la vida de un ser impuro, ya sabes, lo normal.

Golpes son realizados contra la puerta del apartamento, Aiden toma una navaja de bolsillo y la oculta detrás de su espalda, abre la puerta clavando el filoso de esta en la mandíbula de Dalan perforando así su lengua, dejando caer cantidades de sangre al suelo mientras este cae al suelo sujetando su herida, Aiden ha cumplido uno de sus deberes en su cabeza— ¿Aiden?— la voz de Dalan lo despeja de sus pensamientos

— ¿Necesitas algo?

— La abuela Gilda me encomendó que te diera esto— en las manos del castaño reposa una bandeja de aluminio con lasaña de pollo en su interior

— ¿Para qué?

Dalan se queda sin palabras por un momento tratando de entender si Aiden es o se hace.—Ella dijo que era parte de su agradecimiento.

— ¿De-

Dalan lo interrumpe irritado— Solo tómalo— Aiden recibe la comida

— ¿Gracias?

— ¿De nada?— el sarcasmo de Dalan confunde a Aiden quien se pregunta si tiene que darle algo a cambio— Como sea, que lo disfrutes.— El castaño se dirige a su cuarto abriendo la puerta y entrando al interior para luego cerrarla

Aiden mira la lasaña que tenía muy buena presentación sin evitar el rugido de su estómago. Termina por comérselo. Tanta comida le da ganas de despejar la mente un poco; busca su abrigo, bufanda y sus botas para luego salir al balcón y bajar por las escaleras llenas de nieve.

Al salir de la residencia camina por los alrededores mientras los copos de nieve caen sobre su ropa, llega a un parque prácticamente solo y lleno de nieve. Se sienta en un banco admirando la solitaria zona, cada vez la nieve lo hace sentir uno con él, Aiden admira la nieve. Permanece ahí hasta que el cielo se pintó de colores naranja y rosa, para Aiden el cielo es como un lienzo pintado por los ángeles.

Diferentes estudiantes comenzaron a caminar de camino a sus casas, todos ignoraban el parque afortunadamente, el pelinegro ignora sus presencias y cierra sus ojos dejando que el frío afectará su cuerpo, poco a poco todo se lleno de silencio.

La nieve de repente se acumula en su pierna izquierda, abre los ojos y a su lado esta Dalan sentado mientras mira el cielo— Es bonito ¿no?— Aiden mira en la misma dirección, las nubes dibujaban diferentes círculos acumulados a su alrededor— Me gusta venir a este parque por la hermosa vista, pero en esta no hay gatos.— se entristece

Aiden se levanta del banco, toma la rama de un árbol cercano y dibuja en el suelo la cara de un gato animado— Ahora ya hay uno

Dalan mira el dibujo sorprendido y ríe— Eso no parece un gato

Aiden se avergüenza de su obra preguntándose si no lo es— ¿Acaso le falta algo?— intenta añadirle el cuerpo, Dalan lo detiene

— No hay nada malo en él— saca su celular y toma una foto de la obra de Aiden haciendo que este se avergüence más

— No hagas eso— intenta borrar su obra y Dalan lo detiene tomándolo del brazo

— No lo hagas, es lindo

— Te reíste porque no te gustó— dijo el pelinegro irritado

— Me reí porque me pareció lindo— Dalan se agacha para ver más de cerca el dibujo

Aiden se agacha a su lado— No entiendo lo que dices— dice desconcertado

Dalan mira a aquél chico confundido cruzando sus miradas permaneciendo así por unos segundos hasta que dice serio:— Es perfecto

Los ojos de Aiden se abrieron impactado por esa respuesta y entonces, ríe a carcajadas— Chico, eres tan raro— su risa no cesa, tanto es lo que se ríe que poco a poco Dalan empieza a reírse también llegando a ser más fuertes y fuertes hasta casi dolor la panza.

— ¡Me duele la panza!— exclama Dalan aún riendo hasta finalmente dejar de reírse por culpa del frío en su nariz. Aiden había terminado de reírse, se tumba en el suelo lleno de nieve admirando la maravillosa vista del cielo dejando caer los copos en su rostro extiende sus extremidades sintiendo cada parte de su cuerpo helado, está en calma. Su pie izquierdo fue empujado levemente al mirar en su dirección se da cuenta que Dalan se tiró en la nieve también extendiendo sus extremidades para luego moverlas arriba y abajo

— ¿Qué estás haciendo?— Aiden comprende menos a Dalan

— Estoy haciendo un ángel de nieve. Inténtalo — dice sonriente

Aiden no comprende, pero le hace caso y lo hace; después de estar moviendo los brazos y piernas se levantaron viendo su obra— No tiene forma

— ¡Achuu!— Aiden mira Dalan quien te encontraba temblando y con la nariz roja

— ¿Qué te pasa?

— No estoy muy bien abrigado, quizá pegue un resfriado— ríe nervioso

Aiden se quita la bufanda y la coloca alrededor del cuello de este quien queda perplejo ante la acción— Es extraño que no estés acostumbrado a esta temperatura viviendo aquí.

— No vivía aquí...— Aiden lo mira, Dalan está temblando aún— Me mudé hace tres meses. No soy de estos lados de Canadá, vivía en la ciudad hasta no hace mucho.

— Vamos a la residencia, estás muy frío.

— ¿Por qué no te afecta?

— Estoy acostumbrado a estas temperaturas.

— ¿Eres Terminator o qué?

Ambos caminaron hasta llegar a sus casas, Aiden se despidió de Dalan quien entra a su apartamento llevando con él la bufanda.

Aiden está confundido, en realidad a estado confundido desde que llegó Dalan al parque, quizá desde que sonrió, ¿tal vez desde que hablaron? Solo piensa en una cosa y eso es:— "¿Acaso él merece una vida plena?"— A lo que Aiden sonríe pensando que es un tonto por pensar eso.

Como destruirte la vida. ©[EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora