Curiosidad.

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Aiden está confundido, usualmente no lo está, pero desde que llegó a la residencia todo a sido confuso para él, quizá es por el hecho de que nunca había interactuado con personas ¿amables?, para él no existe la amabilidad, todas las personas pueden llegar a traicionarte para salvar algo, no puedes confiar en nada, ni en nadie, es como vivir en la sabana donde apenas naces tienes que correr, pero para alguien que puede llegar a clavar un cuchillo en la garganta de un ser vivo sin sentir lastima no merece ser tratado como humano. Aiden sabe que quizá su error fue no haber nacido en una jaula como los otros animales de su especie, él sabe que su trabajo no es cuestionar su moral, es mejor perderlo y así no tener que tener una lucha interna contra el bien y el mal, después de todo, la sociedad es mala, por ello él nació para purificarla.

— Aiden, nos veremos en cinco días. — su madre y padre están por cruzar la puerta, pero Aiden los detiene azotando esta para que se vuelva a cerrar.

— ¿Qué clase de seres somos, madre?

Ella lo observa y acaricia su mejilla— Somos ángeles. 

— ¿Por qué matamos a personas?

— Ellos no son personas, son demonios, Aiden. Cada ser que nace en esta tierra primero, son el fruto del diablo, cada uno de ellos vinieron de Eva.— las lágrimas se derramaban por sus mejillas dejando intacto su maquillaje— No podemos permitir que ellos sigan naciendo.

— Madre, ¿cómo se que soy descendiente de los ángeles?

Ella sonríe mientras las lágrimas brotan— Serás contaminado por el fruto de Eva, y renacerás como un ángel una vez que purifiques cien almas.— Aiden no comprendía.

Sus padres se fueron dejándolo solo en aquel cuarto donde apenas cabía el baño. Saca un cigarrillo y lo enciende, el humo es pesado.

"Serás contaminado por el fruto de Eva"

— Madre... estoy empezando a comprenderte menos.

La puerta de madera barata es golpeada levemente, Aiden abre esta. Dalan quien está feliz le sonríe— Aiden, tengo comida para los gatos— el pelinegro no responde— Han pasado cómo... ¿una semana? ¿Quieres alimentarlos conmigo?

— Si insistes cómo podría negarme— esboza una sonrisa a la expresión de indignación de Dalan

— No insistí.

— Te creeré.

Salen de la residencia y caminan hacia el pequeño estacionamiento donde se aparcan dos autos abandonados hogar de los gatos que siempre están ahí. Al llegar Dalan le da una lata de atún a Aiden y se queda con una, ambos abren las latas y las entierran en la nieve permaneciendo agachados contemplando a los hermosos felinos que se acercan a comer.

— Cada vez que los veo siento mucha calma en mi interior. Son animales tan puros.

¿Puros? Aiden no comprende a que se refiere ¿Los gatos acaso son seres celestiales? Aiden sabe que no lo son, pero comienza a dudarlo.— ¿Por qué haces esto conmigo?

Dalan lo mira confundido— Porque somos amigos, es normal que quiera pasar tiempo contigo.

"¿Amigos"— Aiden no está seguro de que eso sea verdad— ¿cuántos amigos?

El chico mira el cielo pensativo— Contandote a ti... uno.— ríe levemente— No soy muy sociable en la escuela o en cualquier otro lado, no se me da bien entablar una conversación

— ¿Cómo sí lo hiciste conmigo?

— Ah... bueno pues, supongo que ¿me deje llevar?

— Ya veo porque no tienes amigos 

Como destruirte la vida. ©[EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora