★.- 1 (Prólogo)

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En un rincón sombrío de la bulliciosa ciudad, donde las luces parpadeantes luchaban por desgarrar la oscuridad, vivía un joven llamado Kunikuzushi

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En un rincón sombrío de la bulliciosa ciudad, donde las luces parpadeantes luchaban por desgarrar la oscuridad, vivía un joven llamado Kunikuzushi. Sin embargo en las calles empedradas y los callejones llenos de susurros, su nombre apenas eran un murmullo; para la mayoría, él era simplemente Scaramouche.

Scaramouche no era el tipo de nombre que uno esperaría encontrar en los rincones más oscuros de la ciudad, pero su vida estaba lejos de ser lo que se esperaba.

Nacido en una familia marcada por la desesperación y la desgracia, Scaramouche fue entregado al oscuro mundo de la prostitución por su propio familiar, un hombre conocido como Dottore, cuyas deudas asfixiaban cada rincón de su existencia. De tal manera no logró encontrar mayor solución que entregar a su sobrino a esas personas sedientas de buscar donde ponerla y para que esos ojos lujuriosos se deleitaran con el cuerpo inocente de aquel joven, Dottore creía que era un precio bajo a su parecer, buscando que Kunikuzushi fuera su salvación ante las deudas que poco a poco lo ahogaban súbitamente.

Fue así como Scaramouche se encontró atrapado en los estrechos confines de una compañía de servicios íntimos, donde su cuerpo se convirtió en su única moneda de cambio. Cada noche se enfrentaba al vacío y a la mirada lasciva de desconocidos, ofreciendo una ilusión de placer a cambio de unas pocas monedas. Para muchos era solo un objeto de deseo desechable, pero para uno en particular era algo más.

Su cuerpo fue siempre visto nada más que meramente como un objeto sexual o de deseo, era muy parecido al de una mujer por su complexión delgada y cintura pequeña, lo cual solo causaba tanto morbo en los hombres mayores a los cuales complacía, que podían llegar a pagar millones solo por tener a ese muñequito de porcelana consigo y en la cama durante una noche. Desde que Scaramouche tenía memoria no le permitieron cortarse el cabello, obligándolo a tenerlo largo y en buenas condiciones, ya que muchos de los clientes habituales del pequeño muñeco, encontraban placer o excitación en jalar de los mechones al joven durante el acto, para que luego de haber hecho su trabajo y haber obtenido su paga, quedara llorando en su habitación desconsolado y adolorido.

¿Jamás lo verían como algo más que un objeto? ¿Nunca podría ser tratado como un ser humano normal? Deseaba con sus ganas irse lo más lejos de ese lugar y empezar una nueva vida, pero sus esperanzas caían cada vez más al aceptar su eminente destino, sellado por la decisión de aquel que creyó que era su familia.

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