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La casa está en silencio, el olor dulce de Minho invade sus fosas haciéndolo suspirar, había extrañado tanto ese aroma.

—¿Minnie? —lo llama el mayor desde la sala, está sentado fumando.

El alfa lo mira fijamente antes de avanzar y tomarlo por su cintura, abrazándolo, no puede no corresponderle. Los rostros de ambos perdiéndose en el cuello del otro, olfateando.

—Hueles diferente —dice Minho contra su piel pálida.

—¿No te gusta?

—Sí, es delicioso —le responde, sabe que el olor de sus feromonas se ha vuelto un poco más dulce, el embarazo ha hecho de las suyas—. No sabes cuánto te extrañe, cuanta falta me hiciste.

Le pasó lo mismo. Extrañó tanto a Minho que se sentía morir, necesitaba tanto de él que no lo entendía, no hasta ese día cuando la prueba salió positiva.

Sus labios se prueban en un beso lento, las manos del alfa sujetan su cintura de con delicadeza y lo atrae a su cuerpo.

—Minho, necesitamos hablar.

El nombrado lo mira con preocupado, alejándose un poco y observándolo.

—Si me dejas me mato —suelta haciéndolo reír.

—No es eso —un suspiro aliviado se escapa de los labios del mayor.

No piensa dejarlo, no podría, lo ama tanto, lo ama como a nadie.

—Minho, ¿qué es lo que aspiras a futuro? ¿qué es lo que piensas hacer con tu vida? —pregunta, porque necesita una respuesta y la quiere ya. Ahora.

—Organizando las peleas nos va bien, nada nos falta.

—¿Y cuánto tiempo crees que eso te siga dando para mantenernos? —el mayor parpadea confundido y lo piensa—. No solo somos nosotros dos, tienes a tus hijos y ahora a Felix también.

—¿Quieres que busque un nuevo trabajo? —dice con curiosidad—. Si quieres, lo hago.

—No lo hagas por mí, hazlo por ti y las personas que necesitas mantener. Imagínate me muero, ¿dejarás de ser responsable?

—¡No invoques nada! —grita—. No digas eso, no va a pasar.

—Necesito que me demuestres que eres responsable, que lo nuestro es serio y bien.

No quiere depender de Minho, pero lo necesita, ahora más que nunca. Ahora que  esta metido en esa situación.

—Lo haré, Minnie. Te lo juro.

Vuelven a besarse, no puede decirle que está esperando un hijo suyo, no cuando esas promesas quedan solo en palabras, no aún, porque ni siquiera él mismo sabe qué hacer.

Vuelven a besarse, no puede decirle que está esperando un hijo suyo, no cuando esas promesas quedan solo en palabras, no aún, porque ni siquiera él mismo sabe qué hacer

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Piel Con PielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora