20 (+18)

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Llega al baño corriendo, Jimin sale de ahí con una sonrisa, dándole una mirada que lo invita a entrar, así que lo hace.

Apenas cierra la puerta detrás de él, los labios de Felix ya están sobre los suyos, las manos del menor colándose debajo de su camiseta y recorriendo su abdomen.

—¿Qué traes? —pregunta confundido. El omega no deja de besarlo, la humedad de su lengua recorriendo su cavidad.

—Creo que estoy borracho —responde riendo—. Y puede que haya escuchado a unas chicas decir lo mucho que querían que las cogieras.

Toma las caderas de Felix y avanza hasta que lo hace chocar con la pared.

—¿Ah si? —susurra sobre sus labios. Suelta sus feromonas sobre el pequeño cuerpo que tiene aprisionado haciéndolo temblar—. Eres un celoso.

—¿Y si sí qué? —lo reta el omega, los labios de este bajan por su mandíbula, dejando rastros de saliva y marcas rojizas por su piel.

—Deberías dejarme cortejarte, entonces —susurra, la vibración de la risa de Felix sobre su piel lo hace temblar—. No tendrías que preocuparte por otros omegas.

—No —le contesta—. Aún no.

Aún.

Su corazón late con fuerza en su pecho, ya no es un no definitivo, tiene una oportunidad.

La mano del omega llega a sus pantalones, rozando el bulto que se forma debajo de estos.

—¿Ahora si vamos a repetir, bebé? —pregunta con una sonrisa. Felix aprieta su zona sacándole un gruñido.

—No vamos a coger en un baño, pero puedo ayudarte con esto y tú a mí —murmura, las feromonas y el olor a vainilla del menor se esparce por el baño—. Quiero que me dejes oliendo a ti, que sepan que no puedes enredarte con nadie porque ya tienes a alguien con quien hacerlo.

Los labios de Felix succionan en su cuello, muerden y lamen mientras toma su miembro y lo acaricia de forma lenta. Los pequeños dedos sobre su erección se cierran, presionándolo, sacándole jadeos por el placer.

Libera sus feromonas, impregnando el cuerpo del omega con estas, quiere olerse en él, que todos sepan que ese chico está apartado.

El menor se separa de golpe, quiere quejarse, hasta que lo ve hincarse enfrente suyo, los ojos disfrazados de inocencia lo miran. Es tan bonito, todo Felix lo es.

Su mano toma el mentón del omega, acariciando y admirando la perfección de este. Su miembro es liberado de sus pantalones cuando Felix tira de estos.

Nota la manera en la que el menor se lame los labios antes de sentir la lengua de este sobre la la punta de su dolorosa erección, tira su cabeza hacía atrás gimiendo, sus manos se enredan en los mechones azules de Felix, quien ha metido parte de su miembro en su pequeña boca, quiere guardar esa imagen toda su vida.

—Ah, así, Lix —dice entre siseos, los labios del menor recorren su falo, llenándolo de saliva e introduciendo lo más que puede en su cavidad—. Vamos, bebé, puedes llegar más profundo.

Lo hace, la boca de Felix bombea su erección, una y otra vez, sus caderas se impulsan hacia adelanta hundiéndose más y más en el omega con ojos llorosos.

—Lo haces tan bien, amor —suelta en un gemido, jalando el cabello azulado y mirando con satisfacción como Felix sigue succionando sin parar su miembro.

Una de las manos del menor comienza a masturbar la base de su miembro, está cerca, puede sentirlo, intenta aguantar lo más que pueda, disfrutar la sensación de la boca del omega sobre su pene.

Piel Con PielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora