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Los brazos de Felix lo rodean con fuerza, ambos recostados en la cama de este, su lugar seguro. Se ha convertido en su rutina.

Ir a ver al omega cuando Minho no está en casa es algo normal en sus días, le encanta acompañar al rubio.

La música que suena en el reproductor lo hace cantar bajo la atenta mirada del contrario, quien está sobre su pecho más distante y pensativo de lo normal.

Quizás sea la escuela o Minho, no lo sabe, pero cuando sus labios atrapan los del omega y se besan con lentitud, ambos sonríen aligerando el ambiente.

—Felix —lo llama, los ojos del nombrado lo miran fijamente—. Quiero que me dejes cortejarte.

Ha pensado en eso los últimos días, la conexión inexplicable que tiene con el menor le fascina, es única y diferente a cualquier otra, es especial.

El omega no responde de inmediato, como si estuviera analizando las palabras que acababa de decirle.

Jamás había cortejado a nadie, no formalmente, ni siquiera a sus ex parejas, pero ese chico lo tenía realmente mal, era como si Felix tuviera todo el control de su persona.

—¿Quieres hacerlo? —pregunta sorprendido el menor—. ¿Y Minho?

—Estás a nada de cumplir dieciocho, él no podrá decirte qué hacer.

—Pero vivo en su casa y él dijo que mientras viva aquí se hace lo que él diga.

—Entonces te llevare a vivir conmigo —ambos ríen, Felix le da un corto beso en sus labios y junta sus frentes—. Además, no sigues sus reglas si siempre me pides venir aquí.

Atrapa al menor en un abrazo, rociando sus feromonas sobre él y haciéndolo temblar, le encanta sus reacciones, su olor, la manera en la que Felix es dulce y rudo, su personalidad divertida y molesta, la forma en la que habla, camina, se ríe, todo. Absolutamente todo le gusta.

—Tienes razón —contesta el omega con una sonrisa.

—¿Eso es un sí?

—Sí, alfa, te dejo cortejarme —dice contra sus labios—. No lo arruines.

Jamás.

Jamás

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Piel Con PielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora